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Jon Mirande, un rebelde con causa

Jon Mirande, un rebelde con causa
Edorta Zuberogoitia

"El poeta es una figura heroica que pertenece a todos los siglos"

Jon Mirande fue un gran desconocido en vida y sólo la muerte lo ha colocado en el lugar correcto en la literatura vasca. Es uno de los tres grandes fundadores de las letras en Euskera. Fuera del mundo vasco es un inmenso desconocido. Lentamente la cultura vasca ha ido descubriendo, con mucha sorpresa, quién era Mirande. La sociedad vasca se ha encontrado ante su verdadero poeta rebelde. Ante una de las mejores plumas de la historia euskaldún. Incomprendido y olvidado. Ahora su redescubrimiento hace de él un heterodoxo único en la cultura vasca.

El problema de su obra escrita (poesía, narrativa, artículos, trabajos de pensamiento y epistolario) es que pocas veces se ha leído entera. Y, todavía menos, se ha intentado analizar sus textos desde la perspectiva de un trovador del idioma que hacía de sus sueños virtuosismo rítmico. No debemos olvidar que sólo los poetas y los seres superiormente dotados son capaces de penetrar en el alma humana y de llegar a las esencias más secretas de nuestro ser. Muchos olvidan que estamos ante un idealista total. Interpretar sus escritos desde el más puro y vulgar materalismo, es un error que hace imposible entender la esencia de este vate. Con un bardo no se sirve de nada el racionalismo academicista. A un hombre de sueños tienes que acercarte soñando. A Mirande sólo se le puede captar a través de los sueños, de los símbolos, de los arquetipos. En su obra amanece por doquier su alma de trovador medieval. Estamos ante un poeta de espiritualidad homérica. Es un desafío para nuestra intuición y percepción espiritual. Es el último trovador puro de occidente. Siguiendo a Guénon y a Évola debemos saltar por encima de los límites de la mente, ya que sólo asi podremos llegar al espíritu de su mensaje. Analizar a Mirande con cualquier otro planteamiento es un serio error.

Una advertencia importante: muchas personas me han comentado que esto y lo otro se decía en internet, pero realmente, si quieren mi consejo, olvídese de internet cuando se trate de un vate. Internet puede tener sus utilidades (pero en la práctica TV e internet sólo han servido para degradar y degenerar a nuestros jóvenes. Ahora son menos libres porque son más dependientes), pero no debemos considerarlo el nuevo dios de nuestra sociedad. A Mirande interiorícenlo ustedes mismos, reflexionen ustedes, evalúenlo sólo ustedes. No dejen que otros lo hagan por ustedes.

Nos hallamos ante un autor polémico, muy polémico, y escandalizador para nuestros cráneos privilegiados y bien pensantes pero, por encima de todo, nos hallamos ante alguien que supo ser fiel y valiente con sus pensamientos. Una vez un buen amigo me dijo "en las actuales circunstancias sólo se puede ser una cosa: fiel a tus pensamientos y a tu conciencia", y tenía razón, Mirande fue un ejemplo de lealtad.

Poeta genial y muchas veces incomprendido, marginado durante décadas por sus sencilla capacidad de revolucinar la técnica y la estética y, sobre todo, marginado por la envidia. Envidia e incomprensión de los "nacionalistas" vascos (ya sean demócratas o marxistas), de los academicistas carentes de toda genialidad y lógica, de los burgueses que no podían entender su vida estoica. Odio sin límites por parte de la iglesia. Despreciado por los arribistas, medradores y adoradores del dinero que jamás perdonarán que, desde la más absoluta humildad, haya surgido la genialidad. Incomprendido por los artistas de laboratorio incapaces de entender de dónde surgía su puro instinto de lo sublime. Rechazado por los intelectuales del momento que no podían aceptar a alguien que, jamás ha pisado una universidad, les diese lecciones en todos los sentidos. Condenado por los horteras patrioterotes por no doblar la cerviz. Demasiados enemigos y demasiados poderosos para un solo hombre.

Presentamos a un heterodoxo único; genio y figura hasta la sepultura; trovador del alma ancestral euskaldún y vigoroso combatiente contra la modernidad.

Avatares de una vida

Lucifer es el gran rebelde de los cielos. El más fiel hijo del sol que fue desterrado por su presunta rebelión. Fue el inicio del camino de quienes buscan innecesariamente más allá de todos los límites existentes. De esta rebelión nacerán hombres como Cicerón o Julián, mujeres como Hipatia, los constructores de catedrales o los hermetistas medievales. Mirande pertenece a este grupo de los que no aceptan lo establecido y que deciden romper con las estrechitas vías por las que te imponen circular. Hay hombres que han nacido para otro tiempo y otra época... pero una vez aqui, lucharan hasta el final.

Jon Mirande Aiphasorho (1925 - 1972) hijo de humilde familia vasca de Soule (Zuberoa, País Vasco francés), que emigran por necesidades económicas a París. Entre Zuberoa (caserio de la familia) y Jon se crea un vínculo espiritual muy especial. No olvidemos el gran valor que tiene los caseríos vascos en la tradición popular (como bien explica Dueso en "Nosotros los vascos. Mitos, leyendas y costumbres. Junto con el gran atlas histórico de Euskalherria"), histórica y familiar. Aqui nos parece oportuno recordar que casa, estirpe, tierra, ancestros y sangre son, en la tradición una misma e indisoluble cosa. La casa de los antepasados eran donde reposaban unas esencias imperceptibles que generaban una comunidad espiritual con las siguientes generaciones. Algo en la lejanía de los tiempos seguía presente en las familias. En el respeto por los ancestros radica el respeto por nosotros mismos. La casa es el recipiente que guarda e individualiza las energías de toda una estirpe. En la tradición germánica la casa de los antepasados era indivisible, invendible e in-hipotecable, porque eran conscientes del valor no material que poseía. Era el templo que preserva la sabiduría de toda una estirpe. El caserío y el vínculo con la tierra siempre han formado parte del mundo vasco. Inclusive en el centro-norte de Navarra, donde las casas son genuinamente vascas, se detecta del número siete de forma muy asidua en las estructuras técnicas de las viviendas. A buen entendedor... Para hacernos una idea de lo que estamos argumentando y del valor que la casa tiene para el inconsciente colectivo vasco, le dejeremos la palabra al poeta euskaldún Gabriel Aresti. Él lo expresará mejor que centenares de nuestras páginas:

"Defenderé
la casa de mi padre.

Contra los lobos,
contra la sequía,
contra la usura,
contra la justicia,
defenderé
la casa de mi padre.

Perderé
los ganados,
los huertos,
los pinares;
perderé
los intereses,
las rentas,
los dividendos,
pero defenderé la casa de mi padre.

Me quitarán las armas
y con las manos defenderé
la casa de mi padre;
me cortarán las manos
y con los brazos defenderé
la casa de mi padre;

Me dejarán
sin brazos,
sin hombros
y sin pecho,
y con el alma defenderé
la casa de mi padre.

Me moriré,
se perderá mi alma,
se perderá mi prole,
pero la casa de mi padre
seguirá
en pié"

Harri eta herri, 1964


Mirande captó todo esto. En Zuberoa tabién nace todo el vínculo de armonía y belleza para con la naturaleza. En este contexto se forja su firme afirmación identitaria. Aqui empieza a sentir en sus venas y en su ser su condición de indomable euskaldún. Igual que para Sheakespeare fue vital su terruño natal y su entorno con la naturaleza para que su portentosa imaginación y los infinitos sueños del inglés se activaran, igual sucede con nuestro bertzolari de la pluma y ha sucedido con otros grandes escritores. Es aqui donde cobre pleno sentido su afirmación "Ahora sé qué soy y que es todo esto". Es el momento en el que apuesta fuerta por su identidad vascona: la lengua hablada en el seno familiar pasará su única lengua con la que se afirmará ante el mundo como vasco y, por ende, como europeo. Será el euskera la lengua con la que interrogará los desafíos del universo. "El vasco es una manera de sentir", dirá. "Un vasco debe escribir en su lengua". Jamás entendió por qué un galés, un irlandés, un escocés, un corso, un galego, un ucraniano, un occitano o un catalán no puedan emplear sus lenguas y se vean obligados por ley a utilizar las oficiales de sus estados.
Pues en el caso del estado español es sagrante constatar que hoy en día todavía existan quinientas leyes que sancionan a los ciudadanos por no emplear el castellano cuando se dirigen a la administración. El dato lo hizo público el actual presidente de la generalitat durante el único debate oficial de la campaña electoral a la presidencia de Catalunya que organizó Tv3. Durante el debate no fue refutada esta afirmación. por el contario, los representantes del PP y Ciudadans, no sabían que cara poner. Con posterioridad, por lo que nos alcanza, nadie ha rebatido este dato.
En la misma linea añadimos con estupefacción e indignación las siguientes líneas (La Vanguardia, 11 Sep 2011, página 24): "Al niño Francesc Colomer le abrieron sumario el 13 de Febrero 2011 por su descarado acento catalán en la ceremonia de los premios Goya". El chico tiene 14 años y logró el premio al mejro actor revelación por su actuación en Panegre. "Se lo abrió el gran inquisidor Fernando García de Cortázar, con copia para la alta magistratura española". La España del flamenquismo, el botijo y la pandereta parece muy ofendida por su acento catalán: "Con que demonios de acento querían que hablara un chico de 14 años, nacido en Vic y que se llama Colomer". Asi se ha fabricado el último ataque contra el sistema lingüístico en la educación catalana. Constatamos cuatro evidencias: A) No somos los únicos en denunciar la degeneración inquisitorial de la actual democracia, B) García de Cortázar es jesuita vasco. Asi pues parece que no le faltaban motivos a Baroja y Mirande para atacar a la iglesia, C) ¿Alguien se imagina a las actuales autoridades alemanas procesando a un niño por pronunciar el Alemán con acento francés o noruego? Semajante dislate sólo es concebible en la esquisitolandia, D) Que lo habitual de este tipo de hechos explica el 41,7% de catalanes que apuestan por la independencia. "Separatistas" como producto de los "separadores". Nihil novo sub sole.
Pues bien, contra todo también se rebeló Mirande. Y es normal esta indignación porque la esencia, el alma de un pueblo, se expresa a través de sus locuciones, proverbios, giros, expresiones, dichos, posiciones verbales, estructuración del as frases,... De este mundo Quevedo dijo que "eran pequeños evangelios" (Se sobreentiende que lingüísticos). Tiene razón. Cada idioma manifiesta una peculiar e irrepetible forma de comunicarse con el universo. Externaliza una estructura del alma y de la psiquis. Reprimir esto es negar una evidencia pero también es negar el derecho a ser de esta nación. Y lo más grave es que se niega la propia esencia de las potencialidades infinitas del ser. La magia de cada lengua hace posible que cada una sea una valiosísima herramienta para llegar al centro del universo. Negar esto es negar la tradición.

No es baladí el entorno que imprime carácter a un artista. Zuberoa significa muchas de las cosas que, en las sociedades tradicionales, eran ejes vertebradores: el ya citado casería familiar, la alianza con la naturaleza, la tierra de los antepasados, la raigambre campesina, la peculiaridad única y de misterioso origen del euskera, su condición de familia humilde y su vida humilde (la humildad económica es positiva si se entiende como una ayuda al desprendimiento. Los bienes materiales son unos de los principales yugos que pueden condicionar o bloquear un proceso espiritual).

Se sentirá inmensamente orgulloso de sus ocho abuelos genuinamente vascos. Un nuevo elemento que lo circunscribe al mundo de la tradición: el orgullo de tu estirpe. Algo parecido acontecía con Baroja y sus siete antepasados vascos y uno lombardo; esto le llevó a firmar que sentía "archieuropeo". También recuerda con dignidad que sus padres, al llegar a París, dominaba muy poco el francés y que desconocían el castellano, ya que a inicios del siglo XX, en muchas zonas rurales vascas el castellano era de poca utilidad y el campesinado vasco tenía serias dificultades para hablarlo.

Vemos en la actualidad como desde el sistema se hace burla de la tradición e identidad, sobre todo la vasca. Pretenden mostrar a los ciudadanos del estado español que esos de las identidades étnicas es un cuento trasnochado de racistillas del pasado; que lo que mola y está de moda es ser: Maketo, Xarnego o Palheiro. Es el discurso mundialista en estado español, defendido tanto por anti-fascistas como por nacionalistas españoles de cualquier rama.

El físico de Jon es normal, pero como suele suceder con algunos seres que se aproximan consciente o inconscientemente al mundo de la tradición o que participan en la defensa de sus valores con más o menos sentido de su dimensión, hay un factor que resalta en ellos: la extraordinaria belleza de sus ojos o en otras palabras, tienen unos ojos que dicen algo, que te atraen. No te dejan indiferente. Son, efectivamente el reflejo del alma... y de mucho más. Era un hombre con gran sentido del humor (Característica positiva que siempre fue elogiada por el mundo clásico. Para ellos era un ejemplo de proximidad con las divinidades. El cristianismo, durante siglos condenó la risa como algo diabólico), brillante conversador, amable y con mucho éxito entre el ámbito familiar.

Todo lo hasta aqui expuesto nos apunta a un individuo para quien se ha de preparar una vereda especial. No todos los caminos le valen.

A los 17 años entra a trabajar como escribiente, en un despacho asociado al ministerio de finanzas francés. Su vida material estaba resuelta. Las posibilidades de promoción eran reales. La soñada estabilidad burguesa garantizada. Tenía la oportunidad de salir de la humilde existencia que hasta entonces llevaba su familia, pues vivía en un cuartito junto a sus padres de menos de 30 metros cuadrados. La comodidad, la rutina, el "sólo se vive una vez, vamos a vivir lo mejor posible", toda esa querencia convencional y materialista estaba muy, pero que muy alejada de su conciencia. Simplemente, no era su mundo. Todo esto le llena, le deja indiferente ya que el dinero "es cuestión de poca monta para unos idealistas como nosotros". Y, aprovechando esta frase, descarga un primer hachazo contra el prototipo de hombre moderno cuando nos advierte que "la riqueza no ensucia la mente, pero su busqueda si". Su mundo es otro y está en la eterna tiniebla de los sueños imposibles. Hace una puesta por la vía solitaria, la del peregrino de los tiempos a las búsqueda del no tiempo. Asume serenamente su destino, convencido de que en el fondo la vida se viene a perder. Se ha de perder aqui para intentar hacer algo Allí. Será un ejemplo de puro estoicismo.

Estamos convencidos de que sólo las personas que perciben de esta manera la existencia pueden efectuar una de las más perfectas definiciones que hemos leído de la vida: "el optimismo gratuito (En esta misma línea atacó el concepto de esperanza tan manoseado por los modernos y los religiosos. Ver su poema Una Flor. Este ataque sólo tiene sentido dentro de una visión del mundo, como la de Jon, y que Savitri Devi definió de "religión de los fuertes") es una negación de la vida, porque la vida es una tragedia y no una comedia, pide combate y no paz ni reposo, y el objetivo de un hombre o de una nación no debe ser la felicidad, sino la grandeza".

Gracias a esta actitud antimefistofélica, será posible asistir al nacimiento del bardo, del escritor, del políglota y del filósofo. De los dos primeros aspectos ya lo haremos más adelante, centrémonos ahora en los dos últimos conceptos.

Se ha argumentado siempre que el don de lenguas es una de las virtudes que se solían definir a los círculos herméticos. Somos conscientes que Mirande no tuvo ningún maestro espiritual, ni pertenecía a ninguna sociedad genuinamente iniciática. Justo por eso su faceta políglota cobra valor en una doble dimensión:

A) Por ser autodidacta. No piso jamás una universidad ni ninguna escuela de idiomas. ¡Era todo voluntad! Se levantaba de muy de madrugada para estudiar y, posteriormente, se iba a trabajar. Fue una disciplina existencial que mantuvo durante casi toda su vida. Nos recuerda mucho a un monje de reclusión del siglo XVII. En este párrafo tenemos condensados los aspectos típicos de un hombre de la tradición: voluntad de hierro, vida espartana, necesidad de utilizar pocas horas para recuperarse, autodidacta, políglota, soledad y búsqueda constante de la perfección en todo cuanto hacía.

B) El tipo de idiomas que estudió y que llegó a donimar. Nosotros nos limitaremos a detallar el listado de las 22 lenguas que estudió. Que cada uno saque sus conclusiones. Pero sobre todo, apreciado lector, evalúe simbólicamente las antigüas lenguas europeas. Como anécdota diremos que se interesó mucho por las culturas celtas, llegando a formar parte de una asociación que se autodenominaba druídica. En tiempos de decadencia son normales las apariciones de asociaciones variopintas y sectas de toda guisa que se aprovechan de muchos incautos.

He aqui el listado: Gaélico, Cámbrico, Córnico ( tradujo a este idioma a Heine y a Hölderlin), Gótico, Latín, Griego, Micénico, Vasco, Bretón, Galego, Francés, Irlandés, Alemán, Inglés, Holandés, Ruso, Danés, Italiano, Catalán, Finés y Castellano.

Conocía a la perfección todos los dialectos del Euskera. Algo reservado a muy pocos lingüístas. Dominó muy brillantamente las kopla, zaharrak o composiciones populares muy arraigadas en la tradición oral vasca. Tradujo al vasco moderno Apoe, Kafka, Heine, Schiller, Synge, Kyats, Munro "Saki", P.Denez, Lorca y poesía mística hebrea. Hizo traduciones de algunos textos de Nietzsche al bretón y al euskera. Todos los críticos coinciden en considerar sus traducciones de una perfección absoluta. También dominó la jerga empleada por los gitanos que vagaban por Euskalherria.

Entre otros aspectos, llegó a ser un excelente escritor de poesía erótica bretona. Ha sido el único extranjero que ha tenido el honor de ser miembro de la academia de lengua bretona. Sus mejores amigos fueron lingüístas bretones.

Fuera de Europa dominó el hebreo moderno (Tradujo su poesía mística al vasco y al francés) y el árabe (su fallecimiento imposibilitó que se pudiera completar su pleno dominio). Acabamos de presentar un personaje que ha sabido ir a aquellas lenguas europeas con las que se ha explicado nuestro pasado, nuestros mitos, nuestra esencia, y con las que se han intentado rastrear el origen de los orígenes. ¿Es probable que hubiese captado en todas estas lenguas un mismo hilo espiritual?

Es lícito y justo que traigamos a colación las palabras del brillante Koldo Mitxelena sobre el dominio de las lenguas de Jon "No he conocido a nadie que dominara tantas lenguas y tan bien; eso sin haber asistido a ninguna universidad".

Como filósofo su formación fue autodidacta. Su welltanschauung quedó constituida por una inspiración en Schopenhauer, pero las columnas centrales las formaron Heráclito, los estoicos, Spengler (el más determinante en su visión del mundo), además de Nietzsche y todo quedó rematado con una cúpula de pensamiento barojiano (era un profundo admirador de Pío). Las coincidencias entre Mirande y Baroja sorprenderán a más de uno.

Siguiendo a Nietzsche, nuestro lírico vasco se definía en muchas ocasiones como romántico. Pero leyendo y releyendo su obra uno llega a la conclusión de que este romanticismo nada tiene que ver con el siglo XIX, sino más bien con aquel romanticismo que definió Evola como de "mas allá del romanticismo". En compañía de Nietzsche, Jon demolió la conciencia moderna a la búsqueda de otra conciencia superior. Quien es consciente o intuye o vive plenamente la existencia de una conciencia superior, en el fondo, en mayor o menor medida, ya no es de aqui. Igual que Baroja, también rechazó el matrimonio. El solitario de Zuberoa lo rechazó por entender que el papel del marido era (y, añadimos nosotros, y lo es mucho más ahora) semejante al de un "personaje de comedia bufa" y el donostiarra lo rechazo por entender que era la castración de héroe; el triunfo de la comocidad burguesa sobre el intrépido aire salvaje que hay en todo héroe-guerrero.

Su obra aunque corta, es de gran de repercusión en la evolución técnica, lingüística y estructural del idioma vasco y de su modernización. Su poesía revoluciona la lírica vasca. Sus amigos le animaron en múltiples ocaciones a que escribiera en castellano ya que ello facilitaría la comercialización de su obra y su reconocimiento. Se negó siempre rotundamente a hacerlo. Escribió exclusivamente en euskera, bretón y córnico. El francés sólo lo empleó para traducciones y algunas cartas. Empezó a escribir en 1948 para la revista Gernika editada por exiliados vascos en el estado francés. Todo cuanto escribió ha sido publicado tras su fallecimiento. Dejó inacabadas dos obras de antropología vasca. Pero se perdió un trabajo filosófico sobre el pensamiento nietzschano (escrito alrededor de los años 1949-53). Tras su muerte, su hermana, en un acto de absoluta irresponsabilidad o de absoluta ignorancia, que de todo hay en la viña del señor, tiró a la papelera los últimos escritos, que comprendían entre tres y siete trabajos inéditos y una nueva y extensa colección de poesías. Todo escrito en euskera. Era el trabajo de sus últimos ocho años. ¡Todo perdido! Decían los clásicos que el mayor delito es la ignorancia. ¡Cuánta razón tenían!

La muerte de su madre marcó el inicio de su declive personal. Fue un mazazo que hizo mella en lo más hondo de Jon. Su hundimiento psicológico fue evidente. Su padre fallecía tras diez años de pesada enfermedad en 1967. Jon atendió a su padre durante todo este tiempo. Este fallecimiento implicó tener que abandonar la casa paterna, la vivienda de toda la vida. Allí donde se forjó una parte de su identidad a través de oír a su padre narrar viejos cuentos y leyendas de Euskalherria. Días después también fallecía uno de sus amigos íntimos: el vasco escritor y traductor de los clásicos latinos Andima Ibiñagabeitia.

Estos reverses aceleraron su decadencia existencial. En 1968 alguien le preguntó que era lo más importante de su vida: sin dudarlo contestó "escribir". Consciente de que en el sentido de su existencia estaba llegando prematuramente a su final, aún encontraba en la pluma y el papel el refugio para sus sueños. Algo le decía que su vida había agotado las potencialidades que hasta ese instante habían dado sentido a la misma. Él había despertado a las letras vascas de su monotonía, había revolucionado la poesía euskaldún, había abierto en prosa nuevos caminos, había demostrado que todas las técnicas literarias han de estar al servicio de nuestros sueños y jamás al revés, nos había ayudado a volver a soñar, había despertado de su silencio de milenios viejas leyendas y olvidados mitos vascos y europeos, había sabido aprehender el inconsciente colectivo vasco como nadie hasta entonces (y mucho menos después), había revivido lenguas difuntas, había desafiado los valores de la modernidad, había provocado las conciencias con un sonoro "soy nacional-socialista". Era ya, y para siempre, el genio indomable, el heterodoxo de las letras vascas.

Pongámonos, por un instante, en la mente de Jon y meditemos, como seguro que él hizo: "Todo lo que tenía que hacer hecho está, al mundo nada tengo que interrogarle, pues mis sueños todo lo han contestado ¿Que hago aqui? ¿Cuales es ahora mi sino? ¿Envejecer? ¿Arrastrarme sin saber ni hacía donde ni por qué? ¿Vivir sin vivir? ¿Querer hallar donde ya todo lo he hallado?" Si el reflejo arquetípico ya ha consumado su función ¿Para que aferrarse a una existencia ya vaciada de total substancialización?

Plotino no explicó certeramente que si alguien no está a gusto con el papel que le ha correspondido en la obra de teatro que es la vida, puede abandonar el escenario cuando quiera ¡Estamos de acuerdo! El mundo antiguo siempre vió con mucha condescendencia esta libre opción. No así los hijos del desierto. En 1972 se quitó la vida con una combinación, en altas dosis de barbitúricos. Su suicidio ultrapasa los límites de toda racionalidad y que sólo podemos entender viajando al simbolismo de los mitos europeos e indoarios. Ignoramos el por qué del extensísimo listado de poetas y escritores que a lo largo de la historia, se han suicidado. Podría ser un objeto de estudio intentar hallar una respuesta a tal repetido enigma. Con los datos que tenemos en nuestros archivos podemos afirmar, sin temor a equivocarnos que la profesión de poeta o la de escritor son las que conllevan mayores riesgos de suicidio.

Después de muerto Jon tuvo que aguantar una última humillación. Para él, tal vez, la peor de todas. La hermana ordenó un funeral católico, su cuerpo descansa en el cementerio de Thiais (París). Y, de postres, el cura oficiante se permitió lisonjeros comentarios de censura hacía el finado. Ante el espectáculo, sus pocos amigos vascos y bretones de siempre, interpretando a la perfección el sentir de Jon, se levantaron y abandonaron, al poco de comenzar la ceremonia. ¡Inmenso acto de dignidad! ¡Ellos si conocían al verdadero Jon! Sin duda Mirande, los aplaudió. El gesto de sus camaradas garantizaba que los ideales de Mirande no se doblegaron ni en el momento de su mayor desamparo. ¡Él, el azote vasco del cristianismo! ¡Él, que combatió el cristianismo como uno de los más dañinos cánceres del alma y del espíritu de la verdadera Europa! ¡Él, que no pisó jamás una iglesia! ¡Él, que no creyó jamás en un dios bíblico!... ¿Él se tenía que ver ahora en una misa de los papistas? Sin duda, desde allí donde estuviese, sus puños se cerrarían de ira. ¿Cómo habría querido el adiós? Conociéndolo, seguro que habría preferido un adiós en medio de un bosque, o cerca de un lago, viendo como el azul del cielo era sobrevolado por el Arrano Beltza y su féretro cubierto con la ikurriña y el lauburu. ¡Nada de curas! Los íntimos de toda la vida, cuatro palabras, sus versos preferidos:
  


 "Estamos preparados para la lucha
El lau-buru es nuestro símbolo,
Vamos todos detrás de ese emblema
¡Recordad las hazañas de nuestros hermanos muertos!
Combatamos en la última batalla.
Muy pronto levantaremos en todas partes
las banderas de negras cruces"

Y ¡Adelante! ¡Que vuelva a girar la rueda del destino! Todo hombre o mujer han de recibir el último adiós con forme a cómo han vivido. Curiosamente el mejor adiós lo pronunció el sacerdote católico Lafitte, acérrimo adversario ideológico de Jon: "Él ha sido el más grande entre nosotros"


Ideales

Dos cosas hay, ciertamente, difíciles en la existencia humana: Hallarse así mismo y ser fiel a tus proprias convicciones. En lo primero metafísicamente hablando, Jon se quedó corto. En lo segundo, fue un ejemplo hasta las últimas consecuencias. Podemos compartir, o no, las ideas de alguien, pero si ese alguien sabe ser completamente coherente con sus convicciones en todos los ámbitos de la vida y hasta el final de sus días, a nosotros nos merece un inmenso respeto, porque de estas personas cada día quedan menos. Lo habitual es la hipocresía.

Su Weltanschuung la podemos estructurar en dos grandes bloques: su amor por Euskalherria natal y el rechazo integral a todo el mundo moderno, divulgando como solución alternativa el nacionalsocialismo, y además convencido.

Su visión del mundo quedó recogida en la carta que, en 1949, mandó a la dirección de la revista Gernika. Luego pasarán las décadas y nuestro poeta continuará siendo fiel a sus ideales: nacionalsocialismo puro, anticristianismo, soberanista vascón y europeísta radical.

Si, efectivamente, el artículo de 1949 es la columna vertebral de toda su dialéctica doctrinaria. El artículo lo iremos desglosando por bloques temáticos y le iremos adjuntando otros datos posteriores que confirmarán o inclusive radicalizaran sus opiniones. Los pocos datos ideológicos que no figuran en la carta los incorporaremos de otros escritos de Jon. Toda la información, sin excepción, está tomada de puño y letra del vate, o de opiniones de gente que siempre le fue muy próxima. También hemos incorporado, poco, pero lo hemos hecho, algunas valoraciones de sus mejores estudiosos.

Comenzamos:
Como todo buen hombre de la tradición empieza afirmando su identidad: "Yo soy europeo: un catalán, un bretón, un frisón pueden ser mis hermanos; pero nunca un negro o un piel-roja".

Prosigue con una afirmación de nacionalismo radical y, a la vez, es casi profético sobre los riesgos del mundialismo actual para con las naciones históricas; su rechazo de toda ideología debilititadora y embrión del mundialismo (liberalismo, cristianismo, marxismo, pacifismo,...) coincidiendo en este punto, y en otros muchos, con las ideas expuestas eruditamente en la magistral obra de Pierre Krebs, La lucha por lo esencial; implica que "la negación radical no es sino la otra cara de la afirmación. De la afirmación absoluta de Euskalherria", dice uno de sus mayores estudiosos: J. Azurmendi. Según este estudioso Mirande estaría proponiendo "el proyecto de representar totalmente la historia y la realidad de los vascos y cambiarlas de raiz". Algo así han propuesto, a nivel europeo, Nietzsche, Spengler, Rosenberg, Yockey, Evola, Romualdi o Krebs. A consecuencia de las líneas anteriores, Jon, columbra que Euskalherria está en peligro de muerte y que ante ello "no nos cabe otra postura que la de encerrarnos en nosotros mismos; ser, aquí y ahora, separatistas". Décadas después confirmará su orgullo euskaldún: "los vascos somos una nación dotada por Dios de numerosas cualidades y abrumada por muy pocos defectos, tal que no hay otra en el mundo" (...) "Nosotros eramos nobles antes de que los reyes creasen ducados, marquesados o condados y, lo que todavía es más hermoso, poseemos la única verdadera nobleza: la del corazón". ¡Acaba de dar en la diana! Las noblezas o clases sociales, con el tiempo, se han vuelto afeminadas, degeneradas o aburguesados parásitos sociales y han acabado desapareciendo de los libros de la historia. La nobleza de los valores degeneró en aquella absurdidez de sacar la espada y liarse a tajadas por una minucia. En el fondo y en la forma era ego desbordado y pérdida del sentido profundo del concepto de nobleza. Pero la nobleza del corazón es la que trasciende tiempo y espacio y afirma un hilo espiritual con la esternidad. Pues a esa se refiere Jon.

Jon, más adelante, nos volverá a ratificar cuál es la Europa en la que él cree: "Europa no son los grandes estados. Europa somos nosotros, Euskalherria, Catalunya, Bretaña, Galiza, Flandes, Castilla, Escocia... y creo que nos corresponde ser "buenos europeos" como ya nos aconsejaba Nietzsche hace cien años".

Diseñó el mapa territorial de la futura Euskalherria. Para su diseño tomó en consideración aspectos tan poco conocidos como que Logroño estuvo vinculada a la sociedad vascona hasta el siglo XIII y que en 1932 solicitó formalmente su ingreso en el estatuto vasco (ver el libro de Jesus Basañez, contestando a Sanchez Albornoz, Bilbo 1991). Una Euskalherria libre, pero advirtiendo claramente que "no se puede aceptar a cualquier gente o raza como vasco". También resalta la inseparabilidad de Navarra y Euskadi. Es curioso, tenemos, por casualidad, ante nosotros, cuatro o cinco mapas lingüísticos e históricos de Europa, pero me llama la atención uno en concreto: el mapa de Charlotenburgo (año 1944, reunión de los máximos dirigentes de las SS presididos por Himmler. En el mapa los alemanes demuestras un alto conocimiento de las realidades étnicas, de las naciones históricas y de las circustancias lingüísticas), que definía el talante con el que se planteaba la futura Europa: ¡Encaja mucho con lo proponían Arana, Irujo y Jon! Mirande ha pronunciado la palabra Euskalherria, término tabú para los señores fachas y para la casta política. Pues nada, vamos a ayudarles a superar el trauma ¿Saben ustedes que pensaba Baroja del tema? Pues, felices y contentos, le cedemos la palabra: "cuatro son las provincias que comprende el pais vasco español: Álava, Gipuzkoa, Navarra y Vizkaia, cuyas capitales respectivas son: Victoria, Donosti, Pamplona y Bilbao. Tres son las provincias que forman el país vasco francés: Labourd, Baja Navarra y Soule; en vasco: Lapurdi, Benabarre y Zuberoa; cuyas capitales son Bayona, San Juan de pie de puerto y Mauléon". Si, si, no ha hablado BILDU, ha hablado Baroja. Si, si, el nazi de Baroja. Y como él, Mirande.

Francia es el ejemplo paradigmático de centralismo jacobino llevado a su máxima expresión, o si el paciente lector lo prefiere de otra manera, es el primer ejemplo en época contemporánea de estructura de estado totalmente opuesta a la tradición. Y ha derivado en un elemento extraño a la naturaleza del Europeo. Jon arremete, en su carta de 1949, contra ella sin paleativos, censura la resistencia francesa. Le molesta la presencia de tantos exiliados en un conflicto que no era el suyo. "La resistencia, en muchos sitios, fue sólo cosa de republicanos españoles", a los que "los naturales del país consideraban, a justo título, como gentuza". O si lo quieren más claro: "la mayor parte de los republicanos españoles emigrados me parecen seres perfectamente repugnantes". Esta Francia es "una estado de degenerados, podrido hasta la médula, que merece desaparecer a hierro y fuego" y denuncia una evidente contradicción de todos regímenes liberales centralistas: "Las mismas democracias occidentales tan ferozmente antitotalitarias, que han sabido llevar el centralismo y el genocidio a su perfección". Pero Jon aún pone el dedo en la llaga cuando le recuerda al exágono jacobino (y por extensión a cualquier otra forma de centralismo sea o no liberal) que las etnias europeas, que forman parte del estado francés, no pueden aprender su propia lengua en los colegios pero en cambio "los vietnamitas y los negros tienen derecho a la enseñanza en su lengua, así aprenderemos, ¡Por blancos!".

Lo que más se parece a un centralismo democracito es un centralismo dictatorial (y aqui poco importa el color, tanto da si es rojo, azul o blanco). Pondremos un ejemplo que ratifica en todo la afirmación de Jon. La España franquista suprimió a sangre y fuego los estatutos vascos, galego y catalán e inició una persecución de estado contra importantes señas de identidad de estas naciones. Pero el 3 de Julio de 1964 aprobaba el estatuto para Guinea Ecuatorial y, encima, era aprobado acompañado de aquellas frases (hoy, por desgracia, olvidadas en la política española) del almirante Carrero Blanco; nosotros somos respetuosos "como nadie, con el derecho de autodeterminación" (...) "cuando esta autodeterminación es verdad, cuando los que votan saben los que votan y no son intrumento de quienes pretenden explotarlos". Si, si, el lector ha leído bien; Carrero Blanco es el defensor insigne del derecho de las naciones a elegir su destino democráticamente. Eso si, sólo si son negros y bien negros. Apliquemos las lógica argumental que denuncia Mirande a este caso. Los catalanes, por ejemplo, son la segunda nación del planeta en tener parlamento propio (el primero fue Islandia y el tercero siete años despues de Catalunya, fue el inglés), los primeros en tener un código marítimo, de los primeros en haber creado embajadas comerciales por medio mundo (el otro medio oficialmente aún no se conocía), una escala musical propia, un calendario navideño propio (actas de Perpinyà) y único, un esplendoroso románico,... Pues bien, éstos no pueden tener estatuto. Ahora, y con todos nuestros respetos, las personas africanas a quienes se les dió tan generoso estatuto eran analfabetas, tenían un territorio que ni conceptual ni argumentalmente jamás habían asociado a la idea de nación (sino a la de tribu, que es la estructura natural y coherente en la que siempre se ha vertebrado África. Bien, siempre no, hasta el buñuelo de los estados fantasmas de la descolonización), no habían ni oído hablar de estatutos, ni autodeterminaciones (y les importaba un comino lo uno y lo otro, bastante tenían los pobres con la subsistencia), el principio de estado no existía (su referencia era y sigue siendo en muchos puntos de África, lo hemos dicho, la tribu), sin buscar deméritos, hemos buscado en varias enciclopedias de toda la vida y no ha logrado localizar cuales han sido las aportaciones de estos señores guineanos a las altas cimas de la civilización en, pongamos por caso, medicina, anestesia, cirugía, matemáticas, arquitectura... Campos en los que los catalanes siempre han presentado un brillante curriculum. Pues bien, Mirande tiene razón. Para el franquismo era más evidente que tuviesen estatuto los caballeros guineanos que el país del segundo parlamento más antiguo de la tierra. De lo que deducimos (siguiendo la "lógica" del almirante Carrero) que, para esto de las autodeterminaciones, está más preparado un negro guineano que un catalán, un vasco o un galego. El estatuto guineano tenía atribuciones muy superiores a todas las autonomías democráticas juntas. ¿Exageramos? Juzguen ustedes mismos: "las leyes y decretos aprobados por el estado español sólo entrarían en vigor en Guinea despues de que la asamblea general (gobierno autónomo local) la hubiese examinado. Por comparar, es como si ahora las leyes aprobadas por las cortes españolas sólo fueran aplicables, pongamos por caso, a Catalunya cuando el parlament las considerase convenientes". Sin comentarios... simplificando y para dejar en paz a los Guineanos, si en el estado español franquista o democrático del PP y del PSOE, usted quiere una autonomía como Dios manda, o sea hace negro o nada.

Toda sociedad tradiconal ha de tener un centro simbólico de poder, evidentemente, y a ello le llamamos la capital administrativa y política; el centro, espiritualmente hablando. Y en este centro cuanto más simbólico y menos ingerente sea, más respetado será. Lo que es totalmente incomprensible es querer justificar estructuras centralistas que siempre han sido ajenas a las sociedades europeas. No debemos olvidar que el jacobinismo es el resultado de una profunda decadencia espiritual, simbólica y de otros muchos ordenes y tampoco se debe olvidar que el jacobinismo centralista se forjó en una sociedad secreta como la masonería. Quienes defienden estos modelos centralistas, consciente o inconscientemente, están defendiendo a sociedades secretas cuyo objetivo ha sido y es el debilitamiento del alma histórica de Europa.


Unamuno decía "que hay separatistas porque hay separadores". En el estado español, sin los segundos jamás habría habido problema vasco, galego o catalán. En el estado francés sin los segundos jamás habría habido problema flamenco, corso, vasco, catalán, bretón u occitano. En el Reino Unido, sin los segundos jamás habría existido el IRA o el problema escocés. En el estado itálico sin los segundos jamás habría habido el descontento creciente del Tirol del Sur y todo el movimiento abanderado por la Liga Norte. En el estado belga, sin los segundos jamás habría habido una clara mayoría flamenca favorable a la secesión. Y podriamos continuar...

Apuntamos algo que molestatá mucho a los chulapones flamenquistas de la caverna reaccionaria. El derecho vital y indiscutible de toda nación, consciente de su propio valor, que aspire a reunir a todos los seres humanos de su linaje en un estado nacional integrado. Esta exigencia encontró expresión expontánea en el "derecho de autodeterminación", proclamado precisamente por nuestros adversarios bélicos. ¿Lo quieren más claro? Ningún problema. Le damos la palabra a uno de los juristas nacionalsocialistas, de mayor reputación mundial, Carl Schmitt: "Partimos del más natural de todos los derechos fundamentales, el derecho a la propia existencia. Es un derecho fundamental, eterno y inalienable, pues implica el derecho a la autodeterminación, a la defensa propia y a los medios de esta defensa. Con esto, se le da una posición jurídica fundamental, clara y sencilla, de cuyo reconocimiento no sólo depende el destino de Alemania, sino también el de una comunidad europea de derecho internacional (...) Sin un principio de legitimidad de contenido objetivo, como, por ejemplo, el derecho de autodeterminación de las naciones,(...) no puede subsistir ninguna comunidad de derecho internacional". Por coherencia, la Alemania del III Reich, así lo defendió en el Sarre para hacerla parte del propio Reich y en otras regiones ocupadas más. Y fue de los primeros estados en aceptar, potenciar y tutelar la independencia de territorios etnicamente definidos (Eslovenia, Eslovaquia, Croacia, Estonia (para Finlandia), Letonia y Lituania) y para el final de la guerra, se estaban negociando las de Borgoña y Valonia (para Francia), Flandes (para los Países Bajos), Bretaña y Bosnia-Herzegovina. Sintetizando: la autodeterminación y el anti-centralismo no son patrimonio de la izquierda. Más bien ellas se lo ha apropiado indebidamente. Y colocamos la palabra indebidamente a propósito por cuanto entendemos que es imposible de conjuntar el internacionalismo multiracial de las izquierdas y del liberalismo, con la identidad étnica de las naciones. Mirande vuelve a ser coherente con sus ideas y sus escritos. Por eso Mirande, cuando en 1951, Le Figaro y Le Monde lanzaron un ataque contra el intento de enseñar el lenguas europeas del estado Francés en el propio estado, Jon respondió a ambos rotativos con un golpe duro de encajar: les recordó que lamentaba profundamente la derrota militar del III Reich porque su victoria habría significado garantizar el respeto, la protección y la dignidad para la nación vasca. ¡El escándalo estaba servido! A Mirande le dijeron de todo. Pero el impasible, como un auténtico estoico, aguantó la granizada, no se arrugó sino que, encima soltó un nuevo cañonazo contra los "nacionalistas" vascos porque durante la segunda guerra mundial, simple, lisa y llanamente se habían equivocado de bando. Consideraba que los vascos no han sacado ninguna ventaja de su alianza con París, Londres o Nueva York (fue muy crítico con la sumisión europea a los USA). Alguien nos puede decir "hombre, aqui si que os habeis pasado". Pues miren ustedes por donde, tampoco parece muy contento con esta democracia el desaparecido republicano Heribert Barrera; "los padres de la constitución han llevado al país a esta situación, a esta mediocridad y, en cuanto a Catalunya, a una situación desastrosa con un futuro muy oscuro. (...) Yo no voté la constitución y (...) es el honor más grande de mi carrera política". Y tampoco andan muy entusiasmados con la herencia de los aliados, (La herencia aliada continua sembrando el descontento entre las naciones sin estado de Europa. Las críticas y la indignación crecen) personalidades como Arzallus o Telesforo Monzón (Dirigente abertzale fallecido en 1981, que tiene en nuestra opinión, una marcada influencia de Mirande. Señalamos las coincidentes que puedan ser de fácil localización para el lector: no era comunista, aunque de Herri Batasuna, pero no era comunista, y como él habían otros miles, elaboró poesías de guerra que, con el tiempo, se han hecho populares y se continúan cantando, tiene una fuerte presencia del elemento racial en su idea de nación, hay un culto a la sangre, a la tierra y a los ancestros. Ver J. Juaristi, Sacra Némesis, Mark Kurlansky, La historia vasca del mundo y Barcelona). El tiempo ha vuelto a dar la razón a nuestro trovador. El summum para los "nacionalistas" bien pensantes (es decir, liberales o marxistas) vascos, fue la última descarga eléctrica que les soltó Jon, en la década de los 60, al recordarles que esa no era la linea de Sabino Arana. Y estallaron rayos y truenos cuando les recordó que el hermano de Sabino, Luis, el hombre que preparó al futuro padre del nacionalismo vasco, era germanófilo y que jamás aceptó la alianza del vasquismo con Londres o París. Nadie más en toda Euskalherria se ha atrevido a decir tales cosas.

Pero a nuestro Jon también le iba la marcha, ni corto ni perezoso, se personó en la Sorbona (había unas jornadas de Jocs Florals para potenciar el catalán) y se encaró con la ministra de educación Yvonne Delbos y le espetó "mientras vuestro miserable trapo tricolor ondee en Rennes, Toulouse, Bayona o Perpignan, no nos pondremos en pie por la Marsellesa". Fue expulsado de la sala junto a sus compañeros vascos y bretones. La ministra montó en colera. Él se fue tan contento.

De este amplio apartado sobre su vasquismo hemos dejado para el final un hecho que oportunamente se ha exagerado, descontextualizado e intoxicado todo cuanto se ha podido. En 1970 Jon contacta con ETA. Dicho así parece uno de aquellos sensacionalistas titulares del periódico gratuito. Pero para desanimo de las huestes carpetovetónicas, la casa es de menos dimensión. Mirande tuvo un único contanto provado y documentado con ETA. No fue ningún comando, ni ocultos en un bosque, ni en el interior de un sofisticado laboratorio de explosivos, ni brillando los hierros al sol,... No, fue algo tan excitante como una vulgar conferencia. Un miembro de ETA dio una conferencia en el Centro Nacionalista Bretón. Luego, como acontece en muchas conferencias, se charla con el conferenciante. Punto y final. Aqui termina la aventura de Jon con ETA. Conclusiones que Jon sacó de este contacto: aprovó sus objetivos soberanistas, no censuró la lucha armada de la organización, pero condenó energicamente su ideología marxista-leninista. Su rechazo a cualquier forma de comunismo era tan tajante que este punto invalidaba a ETA en su propia esencia. El rechazo fue tan categórico que jamás quiso saber nada más de "esos comunistas". Él era anticomunista visceral y en esto no transigió ni con sus paisanos. Que nadie olvide que, por naturaleza ontológica, el vasco nunca puede ser comunista. Coincidimos plenamente con Kurlansky cuando afirma que hoy en día hay un "nacionalismo" vasco comunista es gracias a Franco.

¿Es este hecho censurable? Hombre, pecadillo lo hay, pero... fue una vez y se acabó. Si lo comparamos con nuestra clase política, de todos los colores, que han negociado, renegociado, pactado, repactado y recontrapactado, una y cien veces y las que haga falta con ETA. Si lo comparamos... ¿O es que sólo los demócratas tiene la bula pontificia para charlar con organizaciones armadas? Si la audiencia estatal considera delito lo de Jon, ¿Que le va a hacer nuestra Reverendísima Audiencia a toda nuestra casta dirigente? Estoy suspirando por la respuesta... me temo que suspiraré eternamente...

Jon fue absolutamente coherente con sus ideales. No pueden decir lo mismo de los liberales.
Su poesía no condena la violencia (Véanse sus poemas Canción de guerra de los caballeros de Ortzi, Canto de guerra o Elegías), más bien ensalza la lucha y la guerra como procesos connaturales al alma de las naciones guerreras. Mirande no censuró la violencia o la guerra porque entendió que forman parte del principio básico del existencialismo del sujeto y por extensión de las naciones. La guerra de la al hombre la posiblidad de ser un nuevo Aquiles. La guerra es para las naciones la prueba suprema de su derecho a existir. Mirande repite lo que dice su maestro Spengler "mientras haya una evolución humana habrá guerras". El culto a la guerra y a la acción, en el pensamiento de Jon, es la herencia de una larga tradición patricia en la concepción del vivir, en y para la guerra, y entender este fenómeno como una vía metafísica hacia lo supremo. Así lo explicaron Platón en su República, Evola en su Metafísica de la guerra, toda la mitologia europea, las Eddas y las Sagas, los viejísimos textos indoarios Bhagavadgita y Mahabharata,... A otro nivel histórico, filosófico o cultural podemos hayar la legitimación en Heráclito, Julio César, Marco-Aurelio, Juliano, Tácito, G. de Monmouth, Llull, los trovadores, Froissart (crónicas), Eckhart, Sheakespeare, C. Doyle (La compañía Blanca y Sir Nigel), Novalis, Hölderin, Durero, Hegel, Clausewitz, Espronceda, Sorel, E. Pound, Ortega y Gasset, London (Fragmentos del futuro), Toynbee (Estudio de la historia, vol.3), Heidgger, E. Junger, K. Lorenz, Borges, Ceresole, J. Cau (El caballero, la muerte y el diablo),... Para disgusto de nuestros pacifistas podriamos continuar el listado durante cuatro o cinco páginas más.

Y porque, por otro lado, esa ha de ser la misión de una verdadera casta dirigente: mantener la tensión psíquica y espiritual de una civilización. Sólo así pueden pervivir en el tiempo las sociedades viriles y solares.

Esta nueva civilización de la guerra y la acción, para que repose sobre una base genuinamente sana, debe cimentarse en "una caballería de labradores", son las palabras del gran profeta del campesinado europeo, del reformador de la tierra, del forjador del mito de sangre y suelo, del defensor del obrero-campesino, del teórico de que la nueva aristocracia ha de surgir de los hijos que trabajan la tierra: es a Walther Darré a quien nos referimos. ¡Cuantas similitudes entre ambos!

Viendo así la acción ¿Por qué iba a censurar la de ETA? Estaremos de acuerdo o no, pero es absolutamente coherente consigo mismo y con una interpretación metafísica de la violencia. ¡Que pocos liberales pueden presumir de coherencia!

La otra piedra contra Jon se la tiran por su relación amistosa y epistolar con Krutwig. Sin duda hay gente en la que pervive el desagradable espíritu inquisitorial de antaño. ¿No pueden cartearse dos intelectuales? ¿No puede la amistad estar por encima de las barreras doctrinales? Los inquisidores de turno se quedan en lo aparente: "se cartea con un abertzale; pues todo es malo". Sinteticemos lo que dicen los biógrafos de uno y otro: Se detectan "curiosas coincidencias en cuestiones nada anecdóticas", pero "los fundamentos del nacionalismo de uno y otro son distintos". Resumen, coincidencias entre los dos: eugenesia, aristocracia política, el campo como raíz identitaria, soberanistas, apuestan por la internacionalización del conflicto vasco como herramienta política, sentimiento étnico-identitario (hasta el punto que una parte de los intelectuales abertzales no han dudado en afirmar que Krutwig abrió las puertas a una cierta interpretación racista de las sociedades. Hecho que Krutwig nunca negó), elitismo social (por méritos y capacidades, nunca por criterios económicos), si a la acción, cuestionamiento del sistema liberal, anticapitalismo, fascinación por el mundo clásico y antifranquistas. Divergencias entre los dos: diferentes conceptos del socialismo (marxista Krutwig; lo contrario Jon) y su apuesta nacionalista (materialista y pragmática Krutwig, idealista y romántica Jon). En resumidas cuentas, en sus cartas tenían más cosas de que hablar coincidentemente que no divergentemente, aunque estas últimas fueron determinantes para no ir a más. El escriba continua sin detectar el problema de la susodicha amistad. ¿O es que a estas alturas nos vamos a olvidar de quien quiso salvar la vida del poeta homosexual y profundamente liberal García Lorca? ¿O también vamos a olvidarnos de que casi toda la élite intelectual francesa, de todos los colores, firmó un manifiesto para que no fusilaran al joven intelectual fascista Robert Brasillach? De la misma manera que Jon ha sido defendido por intelectuales dispares dentro del vasquismo.

Al margen de los buenos trabajos de Krutwig: el mapa excelente del libro Baskonia, sus grandes obras dentro de la lingüística vasca... No era todo oro lo que relucía al final entre Jon y Federico. Mirande comenzó a sospechar que Krutwig era un "judío camuflado" cuando verborrea en exceso sobre el marxismo en sus obras, habla una y otra vez de él como modo de liberación nacional, y acaba por hartar a nuestro escriba.


Mirande en su linea ideológica llegó a mantener fuertes contactos con grupos nacionalistas bretones, (todos naconalsocialistas). De nuevo la coherencia ideológica presidiendo sus decisiones. Su conciencia etilista le hacía sentir un inmenso desprecio por la diosa democracia y, sobre todo, por su inmensa mediocridad. Porque una de las mayores pruebas de mediocridad es no saber reconocer la superioridad de los demás.

Rápidamente marco las distancias y las diferencias entre nacionalsocialismo, fascismo y franquismo. El se identificaba poco con los segundos y nada con los terceros. En la carta de 1949 hay uno de los redactados más duros e implacables que un servidor ha leído contra el franquismo. Ni las plumas de los más doctos literatos anarquistas han sido tan demoledores contra el franquismo como Mirande. Y remata con absoluta concreción su antifranquismo "no es antifascismo (por otra parte, no soy fascista sino nazi)". D. Peilhen nos recuerda la lealtad de Jon a la doctrina nacionalsocialista; "Mirande siguió siendo hasta el final nazi y abertzale".

Veamos que nos dice sobre las razas: "Si se admite una desigualdad de las grandes razas humanas entre ellas, según una gerarquía creciente de negros a los amarillos y de estos a los blancos. Admitir tal desigualdad no es considerado hoy como de muy buen tono... y, sin embargo, esta desigualdad parece bastante evidente e incluso indiscutida durante el siglo pasado entre las gentes de izquierda". Diferenciaba perfectamente entre la nación entendida como un principio de sangre/volk y la nación entendida como un cajón desastre donde cabe absolutamente de todo y de todos los colorines. Aqui está su actitud determinante: "Por encima de todo, nuestro deber es para con nosotros mismos y el amor por nuestra familia o nuestra raza debe ser la extensión del mismo amor a nosotros mismos". Creemos que no hace falta ni añadir ni una sola coma.

“Pienso que es la RAZA y no la lengua lo más importante, no concibo que existan vascos sin euskera, por supuesto, porque el abandono del euskera pone a los vascos en vías de desracialización (…) Aunque los maketos aprendieran vasco, nos serían siempre extraños por la sangre y por el espíritu y, si alguna vez somos libres, espero que el futuro gobierno de Euskadi expulse a esos semita-camitas del estado español y demás negros que se han asentado en nuestra patria o los reduzca a un estrato de humanidad inferior”.


“Seguramente, un mestizo de vasco y de india, por ejemplo, podrá ser muy simpático e incluso haber aprendido a hablar vasco tan bien como Axular; ello no impide que por el solo hecho de su sangre mezclada, no pueda ser un vasco auténtico ni ser aceptado, con este título, por nuestra comunidad étnica si por casualidad manifestase la pretensión”.


Jon era antisemita. Pero nos limitaremos a reseñar que distinguía claramente entre antisemitismo y antijudaismo. A él le hacían gracia los dos, pero más la segunda (El III Reich oficialmente con la intervención directa de Rosenberg, determinó en 1492, la clara diferenciación conceptual entre antisemitismo y antijudaismo). Nos abstenemos de reproducir párrafo o verso al respeto, y los hay muy demoledores. Nos abstenemos como una prueba más de las limitaciones existentes en nuestra, cada día más, precaria libertad de expresión y de investigación.

Tema religioso: Rechazó radicalmente cualquier forma de monoteísmo, especialmente si éstos tenían sus orígenes lejanos, ajenos y en distantes desiertos. Cualquier salida espiritual para un europeo sólo se podía dar a través de aquello que no implicase ninguna disociación con la naturaleza, ya que ello es la prueba del divorcio irreversible con el Ser. Mirande entendió perfectamente el mensaje de Nietzsche; "El cristianismo, surgido de raíces judías y sólo comprensible como una planta de ese suelo, representa la reacción contra la moral de la crianza, de la raza, del privilegio: es la religión antiaria par excellence". La obra de ambos es una virtuosa orquesta filosófico-poético en combate contra las formas de herencia del pensamiento judeocristiano, de la modernidad.

Deduce que el cristianismo es una apuesta enfermiza ("malsana"), tanto por su "morboso cristianismo", como por su pasividad mística, por el complejo de inferioridad que impone, por su semítico precepto de pecado, por su semítico precepto de pecado, por su obsesión igualitaria siempre a la baja, por su negación de la libertad vital o por su rechazo a la naturaleza. Las naciones han apostado por esta experiencia (Valga de confirmación para estas ideas la obra de Edward Gibson, Historia de la decadencia y caída del imperio romano) han perdido todo el orgullo y virilidad, (entendidas en la dimensión conceptual de la Tradición). Sobre todo, insiste en su estirilidad espiritual y su disociación con el orden natural:

"Si pudiera vuestra fuerza alejar
La extraña creencia que llegó muerta...
Ha convertido el corazón vasco
En un ingrato para con la Madre Tierra"


Pero vamos a dejar que sea él quien nos lo explique con sus palabras: "Los vascos no han sido nunca demócratas, salvo en esta última época a causa de la vileza traída por las maneras y enseñanzas extranjeras y la iglesia romana". Interesantes paralelismos de crítica al cristianismo y de defensa de la identidad espiritual vasca precristiana detectamos entre el Jaun de Alzate de Baroja y nuestro Jon. (Veánse sus poemas: Al dios del lugar, a balada de los buenos vascos, Sanguis Martyrum, A las lamías vascas y Canción de guerra de los caballeros de Ortzi.)

Llama a la iglesia "cuervos negros", "los apóstatas de los viejos dioses" y en su poema Sanguis Martyrum tiene un recuerdo para todas aquellas personas acusadas de supuesta brujería y que fueron quemadas a cientos en Euskalherria por las hordas vaticanistas. Hoy en día, tanto la antropología como la historia, han demostrado dos cosas:

A) Que estas gentes asesinadas era los últimos reductos de viejas sabidurías que habían perdurado durante milenios. Mirande les brinda su homenaje personal:

"Vuestra sangre será sin duda
Semilla de un futuro pagano"


B) Fue un exterminio frío y planificado por los ejércitos de la cruz contra cualquier forma de disidencia.

La rana, la revista de los vascos heterodoxos (creada por Mirande y Peilhen, y que sólo duró un año (1962) fue muy combativa con los criterios morales y éticos impuestos por los católicos a la nación vasca. Como respuesta la Iglesia hizo todo lo que pudo para evitar (y lo consiguió) la entrada de Mirande a la Academia de la Lengua Vasca. No deja de ser alucinante que el versificador más importante del euskera no haya podido acceder a su propia Academia y, en cambio, sí haya sido admitido en la bretona ¡Increible! ¡Vivir para ver! Esta derrota personal podía haber hecho mella en su ego, pero la respuesta de Jon se ajusta virtuosamente a su desprecio por los criterios imperantes "Yo nunca me arrodillaré ante la mayoría". No nos extraña que Mirande y la Iglesia no se entendieran en nada y mucho menos si partimos de la base del absoluto desprecio de los curitas contra toda su expresión suprema de cultura: "Uno de los Padres, con suma severidad, dijo que la poesía es el vino de los demonios" (Bacon, Essays). Seguro que Jon les respondería, como mínimo, haciendo suyas las palabras de la Rochefoucauld (Maximes, 375): "Los espíritus mediocres condenan, por lo general, todo lo que rebasa su pequeña estatura".

La victoria de los sectores papistas en una posible Euskalherria soberana podría implicar el nacimiento "de una teocracia terrible...y si nuestra clerigalla volviese a encender las antiguas hogueras, estoy seguro de que no me perdonarían". Pero él no era de los de poner la otra mejilla. Él, como Ortzi, también alzaría el cuchillo para defenderse y "cortar a los enemigos / como si fueran malas hierbas".

Es el mismo caso que Baroja; enemigo del cristianismo y de la Iglesia, crítico con el nacionalismo vasco (no por sus ideas nacinales) por recibir el amparo de los que denominaba "los jesuíticos". Baroja, nada más iniciarse la Guerra Civil, fue detenido por milicias carlistas que pretendían fusilarlo. Salvó la vida gracias a la enérgica intervención de un oficial franquista. Este militar (luego se supo que era un secreto admirado de la obra de Baroja), preparó los papeles para que pasase a la frontera francesa. Por tanto, no se equivocaba tanto Jon con respecto al fanatismo de los de siempre.

No nos ha de sorprender la habitual respuesta de la iglesia en estas circunstancias: cuando tienen el poder (España franquista) son intolerantes y fanáticos, cuando lo pierden se transforman, repentinamente, en partidarios del diálogo y del consenso. A Jon le aplicaron la primera terapia: todas sus obras fueron prohibidas, pasó al glorioso Índice y ya se encargaron los papistas de crearle tan mala imagen como pudieron a ambos lados del Pirineo. A esto los católicos le deben llamar la plena comprensión de las "bondades" del Nuevo Testamento.

Que nosotros sepamos, ha sido el único intelectual vasco que, en nombre de su nación, ha pedido perdón por la participación de ciertos vascos en la caída de Montsegur. ¿Se quieren más evidencias de por dónde buscaba su Cordón Dorado?

Desde el primer momento el cristianismo buscó en las ciudades su eje de fuerza y de control social. No le agradaba nada el vínculo de los (indo)europeos con los bosques y el rechazo de éstos a ser encerrados en murallas de cemento y piedra. Nuestra sociedad moderna de las ciudades tiene su origen en este control social impuesto por los papistas. El resultado:Eckhart, Poe, Chamfort, Laforgue, Baudelaire, Spengler, Rahn, Rosenberg, Chamberlain, Heidegger, Rust (Bernhard, catedrático alemán. Ministro de Cultura de Prusia. Ministro del Reich de Ciencia y Educación. Gauleiter de Hannover-Norte. Miembro del NSDAP y de las SS), Günther, Darré, Risco, Baroja, Sagarra, Guénon, Evola, Mirande (Ver su poema París beuret; como ejemplo de la crítica contra las grandes metrópolis modernas), entre otros, han censurado las grandes urbes como centros negadores de cualquier verdadera Sabiduría.

Este cristianismo ha defendido la fraternidad universal, "uno de los vicios más viles", según Jon. La Iglesia siempre estuvo aliada con el poder del dinero. Lo primero más lo segundo da como resultado el nacimiento del liberalismo. ¡Ya sabía Mirande lo que combatía!

Intentaremos sintetizar la Weltanschauung de Mirande (Toda su obra expresa su visión del mundo. Pero son muy esclarecedores sus poemas de hondo calado metafísico; A las lamias vascas y Niligitur mors est) de Mirande de la mejor manera posible. Ante todo, es un trovador del idioma, un soñador y un idealista. Juega con símbolos y arquetipos, con alegorías, mitos y sueños, e inclusive sueña los propios sueños míticos y arquetípicos. Su problema era el de otros muchos hijos de Apolo que se hallan poseídos de un espíritu que no es de este mundo. Su interpretación de la vida encajaba más con una orden de caballería del siglo XIII que con su mundo. Representaba en sí mismo un combate entre Tradición y modernidad. Nada de cuanto le puede ofrecer el mundo moderno llenaba su existencia. Jamás pudo entender cómo los europeos habían permutado a Zeus, Júpiter, Thor, Ortzi, Atenea o Apolo por el Becerro de Oro. Nunca entendió que los sueños se pudiesen comprar. Que la belleza, la bondad y las cosas maravillosas pudiesen ser rebajadas a la pura farsa de mercachifles. Vivió convencido de que sólo tenían valor aquellas cosas que no se podrían comprar. Es del pasado simbólico de donde él saca las fuerzas para aguantar en medio de las ruinas de un mundo vacío. Buscó intensamente todo aquello que le mantuviese en contacto con las cosas eternas; desde las divinidades hasta la magia de momentos pretéritos, por él intuía que algo había más allá de la vulgar materia:

"Dadnos el oro de nuestra sabiduría
Al igual que en los tiempos pasados,
Alegradnos con vuestros besos y risas
A nosotros, heridos de nostalgía celestial"

Más adelante nos recordará que sólo se puede conquistar el Ser "por el Dios de los ritos solares". Volverá sobre el astro rey para insitir que sólo, a través de este camino, se puede volver a renacer (a Ser). Sobran las palabras. Ha hablado un hijo del Norte ¿Puede quedar más claro?

En los anteriores versos podemos constatar como el oro y la sabiduría, unidos en un posesivo identificativo son, en sí mismos, toda una carta de presentación: no es aquí donde se halla el Saber, sino que Éste es de corte celestial, está unido al oro alquímico y tiene que ser reconquistado. El último verso, siempre me ha recordadoal Demian de Hesse; los buscadores de la Thule primordial somos los heridos, los marcados por el destino, los estigmatizados, los náufragos a la búsqueda de ese cielo de donde un día, a libre voluntad, decidimos volver a ser hombres para volver a reconquistar nuestra inmortalidad. Aquí está toda la sustancia resumida del capítulo dos del Bhagavadgita. La sabiduría Eterna siempre se detecta.

Mirande es un hombre de acción y su concepción del mundo está en esa dirección. Sólo la vía de la acción pura y dura puede abrir las puertas del nuevo reino de los solar. Sólo las guerras, las conquistas, la muerte, el asalto de las posiciones enemigas, la forja de una nueva conciencia espartana, el desafiar diariamente el destino, el vivir cada instante como si fuese el último, el crear héroes de la nada... Sólo esto puede hacer que de los hombrecitos surjan hombres y de éstos Hombres y de éstos, Héroes y Dioses. Éste es su mundo, esta es su vía. Pero este combate, todo ese mundo, o va acompañado de una fuerte espiritualidad y de un gran sentido de la eternidad o nada de cuanto se haga servirá para nada. Evola decía que los hombres de antaño nacían, vivían y morirían espiritualmente. Pues así ha de ser. No puede evitar pensar en las coincidencias del mensaje de Jon con lo expuesto en El señor de los Anillos, en el Mahabharata o en la Odisea.

Y del pensador sajón también supo deducir que el europeo tiene en sí mismo el instinto de la inmortalidad y en este camino sólo se puede avanzar, por la vía de la acción, hasta conquistar la dimensión de héroe arquetípico, plataforma necesaria para un ulterior salto mortal hacia el No Ser. La poesía de Mirande nos muestra unos seres sedientos de superar su propia condición. Cada potencialidad del europeo, correctamente activada, puede transmutar al individuo (como en los mitos antiguos) hasta colocarlo frente a frente con los dioses y poderles decir con orgullo: "soy más dios que vosotros y por mi gloria en la acción he conquistado el derecho a la inmortalidad". Jon era consciente de que cualquier verdadera divinidad sólo se encuentra dentro de uno mismo, el problema es activarla. ¡Qué lástima que a nuestro amigo Jon no se le hubiese cruzado, en su camino, un verdadero Maestro que hubiese podido hacer de esta intuición espiritual una potencialidad real!

Interiorizó los conceptos de destino y de Eterno Retorno. Que sea su estilo el que nos ilustre cómo percibía el mito del Eterno Retorno: "Creo que este alma es personal y que existía antes de nuestro nacimiento en este mundo, y que existía activamente, y que seguirá existiendo después de nuestra muerte. No quiero decir que crea en la metempsicosis; más bien creo, como quizá supieron los antiguos druidas celtas, que nuestra alma personal vive una infinidad de vidas en mundos materialimente diferentes, en planos diferentes de la realidad y, puesto que no hay tiempo absoluto, esas vidas son contemporáneas. El cuerpo es la conciencia del alma, su modo de conocerse, por ello, pese a su índole efímera y secundaria, no se le debe despreciar y debemos honrar a todas sus virtudes esenciales, incluso las más fútiles y bajas, ya que son símbolos y signos de la esencia del alma y, sobre todo, las más profundas e importantes: la conciencia del sexo y de la raza. ¿Debo creer en Dios puesto que creo en el alma? Esa es otra cuestión totalmente diferente. En lo que me concierne, mi alma se basta a sí misma. Sin embargo, cuando el dolor de su unidad pesa sobre ella, se puede uno sentir incitado a honrar a los dioses, aun cuando no sean más que el fruto de una nostalgia, o el recuerdo y el eco de las almas de los héroes del clan que continúan vivos en otro plano del Ser". Eduardo Mendoza afirmaba en sus obras que la vida es como un tiovivo, siempre empieza y acaba en el mismo sitio. Jon va a la búsqueda de un instinto de inmortalidad que sabía que existía pero que nunca pudo canalizar a costas más interiores y más superiores.

Poesía

Hoy Mirande, lo repetimos, es aplaudido por haber sido el renovador y modernizador de la literatura vasca. Aportó a la poesía vasca una musicalidad, un ritmo, unos cambios de técnica y de estructura nunca experimentados en dicho idioma. Evitó que la rima fuese un peso muerto o algo carente de un destello de continua espontaniedad y perfiló un equilibrio interior de una aparente extrema sencillez, pero que en la práctica es de una complejidad técnica de altísimo desafío estructural. Su ritmo y su cadencia son elevador una regularidad estética que propician un ritmo único. Gil Bera denota que sus poemas tenían dos cadencias. consonantes y sugerente.Esra es una peculiaridad propia de las lenguas antiguas. Le da flexibilidad a un idioma que ni los propios academicistas vascos creían que pudiera dar más de sí. Pues no sólo la flexibiliza sino que demuestra que una lengua que sirve, y mucho, a la poesía también vale para la filosofía. Ya que la flexibilidad del idioma está asociada a la flexibilidad conceptual. De esta forma hizo realidad aquello que siempre sostuvo: "el euskera está hecho para la poesía" (y no sólo eso, sino que hay autores que sostuvieron que, en su origen, había sido una lengua sagrada y divina. Así lo defendieron L. Charpentier, S. Dragó, De Larramendi, Bautista de Erro, A Chaho, De Garibay, Levalois o Serrano). Su aportación poética marca un punto de inflexión. Cn Jon, hay un antes y un después en la poesía vasca. Uno de sus más eminentes estudiosos, el citado Gil Bera, nos proporciona las pautas de la dimensión exacta de nuestro poeta: "Tenía más amplia erudición literaria que ningún vasco de tiempo alguno, él se sintió, sin duda, el llamado a renovar, crear y fundar la poesía vasca (...) Sólo en la rima poderosa de Shakespeare se ha hallado término de comparación (...) Es, en cualquier caso, evidente, que carece de antecedentes en las letras vascas. Ni los temas, ni el tempo utilizado, tienen nada que ver con la poesía anterior".

Como literato su base la forman Homero, los clásicos latinos, los trovadores occitanos, Poe, Baudelaire, la poesía inglesa, el ya consabido Baroja, las viejas poesías míticas irlandesas, anglosajonas y nórdico-germánicas y una parte del romanticismo alemán.


Mirande podía haber repetido perfectamente con Emerson que la "poesía es el perpetuo esfuerzo para expresar el espíritu de la cosa, penetrar la materia bruta y buscar la vida y el por qué del existir". Su poesía es el reflejo de su espíritu. Abandona todo lo conceptual, academicista, mediocre, convencional, repetitivo, vacío, rutinario y va la búsqueda de hechos vinculados con la Eternidad. La suma de los mitos y arquetipos con los que él juega, virtuosamente en sus rimas, trasluce la perfecta captación del inconsciente colectivo vasco. Es un intento de rehabilitar, aunque sólo sea en los simbólico, un pasado espiritual extinguido. En la más pura línea evoliana intenta crear un nuevo estado de conciencia, que nos recuerda profundamente al Jaun barojiano, al Zaratrustra nietzscheano o al emperador Juliano (siempre de grato recuerdo y perdurable memoria). A través de la mitología, un colectivo humano se define espiritualmente a sí mismo. Por tal razón acumuló ingentes conocimientos sobre la mitología vasca. El vínculo entre espiritualidad, mitos y naturaleza es inseparable. Esta es la explicación porque hay tanto componente de la naturaleza en su obra. Recordemos que la naturaleza, en sí misma, es una cosmogonía donde cada elemento tiene su valor, pero sobre todo, su sentido simbólico.

Tomemos un solo ejemplo de cómo se sintetiza en pocos versos todo un universo de dialéctica simbólica:

"Vamos hoy de nuevo hacía ti,
Tú que eres petrificado Dios de los bosques,
Has despertado de tu largo sueño,
Llevas en las manos el martillo y la criba.
Pero los insignificantes seres de esta generación
No quieren recordar tu Justicia"
(...)
"Los soles viejos han cumplido su ciclo,
¡Levántate en este joven amanecer!
Haz pasar a los hombres por tu criba,
Golpea con tu martillo a todo enemigo:
¡Padre Bondadoso, danos fuerza a nosotros y
Fortuna eterna a nuestra casta!

Harrizko jainko bati

Mirande cons us frases nos explica el sentido de estos versos y de toda su lírica: "Yo tengo el sueño en más estima que el entendimento, porque es el reverbero y la evocación del alma. El entendimiento, en cambio, creyendo que busca la verdad, no tiene trato más que con unos mitos, como el progreso de la humanidad, el imperio de la ley, la paz como cosa preciosa... Pero ya es hora de que seamos románticos en lugar de racionalistas partidarios del entendimiento. El ánimo racionalista gusta del mito, el romántico prefiere la mística: por medio de ella se llega al auténtico Ser que está tras este mundo aparente del Alma, desde allí el mundo se ve con mirada de dueño y no de siervo, y en ella se toma la fuerza suficiente para rehacerlo según proporción y medida del sueño".

Epitafio

Nosotros, apreciado Jon, en acto de desagravio por la forma en la que tus familiares te despidieron de este mundo, te daremos el epitafio que seguro te habría agradado:

"Que tu pluma sea la lírica de los venideros ejércitos de Apolo"

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