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Navarra es Euskal Herria


En su número de septiembre de 1978 la revista Euzkalerria, el boletín de la organización CEDADE editado por su delegación navarra, publicaba un artículo titulado "Navarra vasca: raza frente a política". Dicho artículo expone de forma clara e inequívoca el fundamento de una postura identitaria: que el elemento esencial que define a una nación es su realidade étnica. Las guerras, fronteras, cambios dinásticos y otros avatares históricos son vicisitudes que marcan su camino a lo largo de la historia, pero nunca pueden definir a una nación, sólo condicionarlo políticamente.

En este sentido el artículo de Euzkalerria de 1978 afirma lo mismo que hacemos nosotros hoy en Europae en 2013. Navarra es étnicamente vasca y como tal debería formar parte del cojunto político vasco, fieles al lema "una nación, un estado". Y decimos que es vasca en su totalidad, tanto el norte euskaldún como el sur, donde el proceso de castellanización lingüística se ha producido sobre una base antropológica vasca, como demostraremos en el presente artículo.

Así lo decimos bien claro, toda Navarra es parte de Euskal Herria, ni el foralismo, ni el bilingüismo, ni la alienación cultural provocada por la iglesia en la Edad Media y por el Estado español en los últimos siglos puede negar esta realidad, una realidad antropológica y étnica y por lo tanto, para los identitarios, una realidad por encima de cualquier otra. Por supuesto, desde el respeto de las particularidades de Navarra dentro del conjunto vasco.

Vascos y vascones en la antigüedad

En las primeras fuentes escritas sobre la etnografia de la zona se habla de esta nación (al que a veces se denomina "uáscones"), apareciendo nombrados en textos del año 70 a.C. que los sitúan principalmente en Navarra y el actual Aragón, siendo precisamente Navarra la zona principal de asentamiento de este pueblo vascón. Los romanos llamaron saltus Vasconum a la zona montañosa al norte de Navarra, precisamente donde aún hoy se encuentran las características antropológicas vascas de forma más marcada. El nombre que los romanos dan a esta nación "uasco uascones", tiene el racial -uasc, emparentado o derivado de la raíz propiamente vascuence -eusk, usada en euskara para denominar a su propia nación.

El territorio de la actual Comunidad Autónoma Vasca estaba ocupado por tres pueblos: los autrigones, los várdulos y los caristios. Si bien se ha hipotetizado mucho sobre la naturaleza de los mismos hoy parece evidente que eran pueblos de lengua vasca en los que habían penetrado elementos indoeuropeos de origen celto-germánico. Estos elementos notables numéricamente, aunque claramente minoritarios respecto al conjunto vasco, aportaron elementos a la identidad vasca, pero nunca llegaron a celtizarla; es decir, constituyeron aportes indoeuropeos a lo vasco.

Del mismo modo hay que señalar que tras la invasión musulmana, algunos clanes de germano-godos se instalaron en territorio vascón, integrándose rápidamente en esta nación, en el que pasaron a formar parte de los llamados "hermanos mayores" la baja nobleza vasca.



Del Ducado de Vasconia al Reino de Navarra: los vascos en la Edad Media

La caída del Imperio romano supone un vacío de poder en la península que pronto será ocupado por los visigodos en la mayor parte del territorio de la antigua Hispania (Salvo los Suevos en la Gallaecia).

Sin embargo ese control visigodo no llega a la zona vasca, donde surge el llamado Ducado de Vasconia. Las diferentes tribus vascas se ven en la necesidad de defenderse de los francos al norte y de los visigodos al sur y se agrupan en esta entidad política, donde ya han desaparecido los etnónimos de caristios, várdulos y autrigones, llamándose todos ellos vascos, expresando de este modo la unidad política y homogeneidad de un único pueblo.

En este momento se unifican el etnónimo con el que se conoce el conjunto de la nación vasca, nos dice Julio Caro Baroja: "los antiguos gentilicios desaparecen hacia el siglo IX. Ya no se habla de vascones, várdulos (...) Una vez más Pamplona ocupar un lugar destacado, porque los reyes pirenaicos se llaman reyes de Pamplona, mucho antes que de Navarra" (1986).

Hay pocas fuentes sobre este ducado vascón y no sabemos casi nada de su organización interna, aunque sabemos que se extendía desde el Ebro al Garona. También hay noticias de que el Ducado de Vasconia fue atacado en 501 por los francos y los godos al unísono, saldándose dicha crisis bélica con una victoria vasca.

Esta "primera cristalización política vasca" como ha sido calificada por varios autores, alcanza su máxima extensión entre 660-762 bajo el reinado de Eudón el Grande. Posteriormente y a pesar de sus victorias sobre los francos en Roncesvalles y sobre los invasores islámicos, éstos ocupan el sur del Ducado. En ese contexto surge el Reino de Pamplona, heredero político del Ducado de Vasconia, sin embargo este Reino de Pamplona (Iruñeako Erresuma) perdería las tierras comprendidas entre le Adour y el Garona que pasarán a constituir el Ducado de Gascuña (término derivado de Vasconia), donde paulativamente desaparecerá el euskera, alejándose, asi, de la historia común de Euskal Herria (pueblo del euskera), no así de Baskonia.

 Sobre las ruinas del Ducado de Vasconia y entorno a la vieja capital vascona, Iruñea, se va uniendo las gentes y las tierras de habla vasca que darán nacimiento al Reino de Pamplona, como señala Menéndez Pidal, el euskara es el elemento aglutinador de este nuevo reino, llamado Al-Bascunis -Reino Vasco-, por los invasores islámicos. El historiador José María Lacarra escribe en su Historia del Reino de Pamplona: "El Reino de Navarra, o mejor de Pamplona, estaba habitado por gentes de estirpe vasca, que llevaban siglos de aislamiento de los pueblos vecinos (...) el vascuence sería la lengua común" (1972), a pesar del diverso grado de romanización del territorio.

En este contexto hay que recordar la afirmación de Menéndez Pidal en su obra "Orígenes del español", donde nos dice "lo abundantísimo que es el nombre de vasco, y la denominación de vascos, dado por los árabes a los navarros".

Es en 824 cuando es coronado rey Iñigo de Arista (Enneco Ennecones o Eneko Hartiza) al que los historiadores árabes denominan Wanako al-Bascunis. Como también afirma Manuel Iliarri Zabala en su obra La Tierra natal de Iñigo Arista refiriéndose a Arista "si los primeiros caudillos vascones salieron de la luz de las profundidades del Pirineo, esto ya indica algo. Pero si además, fue en aquellos valles donde encontraríamos su más seguro refugio y sus más leales combatientes, esto indica mucho más. Aquellos rudos montañeses que no mucho antes se enfrentaban con los visigodos y que ni siquiera estaban romanizados (...) no hubieran considerado de los suyos a aquellos primeros caudillos, si realmente no hubiera sido de los suyos". (1980)

No obstante, hay autores que vinculan el nacimiento del reino pamplonés, con el reino godo, por ejemplo Besga Marroquín, quien apunta hacia la existencia de algunos clanes godos en la zona norte de Navarra, sosteniendo que Íñigo Arista pertenecería a uno de éstos. Sin embargo, el propio Besga Marroquín, nada sospechoso de apoyar al nacionalismo vasco, confirma la naturaleza profundamente vasca del sustrato poblacional que dio nacimiento al Reino de Pamplona.

El reino de Pamplona se expandirá territorialmente hasta agrupar bajo Sancho el Mayor (925-1076) lo que los cronistas de aquella época, tales como Fredegario, Astrónomo o Toletam, llaman wasconum gens wasconum natione, es decir a la nación vascona. En ese sentido Lacarra escribe "el conjunto de su población, compuesto por campesinos, es vasco, creo que de habla vasca en su totalidad (...) Pero la estructura política que allí se forma es de inspiración extraña", debida a la influencia de sus vecinos francos y visigodos.

Un acta de lindes fechada en 1016 incluida en el cartulario de San Millán de la Cogolla, señala que los límites territoriales del Reino de Pamplona se situaban a pocos kilómetros de la ciudad de Burgos e incluían localidades como Altapuerca, Briviesca, Oña, Pancorbo, Miranda de Ebro y otras. Hay que destacar que estas fronteras coinciden perfectamente con los límites occidentales del euskara, que fija un lingüista diamentralmente opuesto al nacionalismo vasco, como fue Rafael Lapesa, en su obra "Historia de la lengua española" (Madrid 1942).

Será en 1162 cuando el reino adquiera la denominación oficial de Reino de Navarra, que será simplemente una continuidad del de Pamplona, "es en este momento cuando se impuso exclusivamente esta denomianción en los documentos de la Chancilleria navarra y en las de los demás reinos y el Papado para referirse al conjunto de territorios que formaban el Reino (Pamplona, Álava, Vizcaya, Guipúzcoa, Rioja y Tudela), de forma que ya no se enumeran todos y cada uno de ellos, por quedar representados conjuntamente en la denominación de Nafarroa" (González de Viñaspre 1999).

Durante el reino de Sancho VII, llamado "el Fuerte" por sus casi 2,30 metros de estatura, se produjo la invasión y ocupación definitiva de la mitad occidental del Reino de Navarra, es decir, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, por parte de Castilla, aprovechando que el rey navarro estaba encabezando una campaña bélica en Túnez.

Reino de Navarra y señoríos vascongados: ocupación territorial y división de la nación vasca

"Libre unión a Castilla" es el eufemismo usado para solapar las sucesivas amputaciones de territorio que sufrió el Reino de Navarra en beneficio de Castilla como efectos de una metódica y cruenta invasión militar. Esos intentos de cercenar el Reino Navarro tuvieron su éxito en 1200 cuando Araba, Bizkaia y Gipuzkoa fueron separados del Estado navarro para ser incorporados a la Corona castellana.

Castilla estuvo interesada en mantener sus conquistas territoriales y por eso respetó los fueros de dichos territorios, aferrándose ambas partes al término de "Libre unión", para garantizar su estatus diferencial unos y para mantener el dominio político otros. Sin embargo de facto el carácter de conquista y ocupación territorial fue siempre patente.

Con este término se pretendía una independencia anterior de estos tres territorios, lo cual no es cierto, pues sólo fueron en la medida en la que pertenecían al reino de Navarra.

Esta "libre unión" está en el origen especificidad jurídica vascongada, todavía hoy vigente. Las juntas de Vizcaya y Guipúzcoa exigieron el reconocimiento de hidalguía para todos sus habitantes, lo que implicaba el reconocimiento de no tener sangre mora ni judía y no tener que pasar por tribunal para probar su limpieza de sangre, el no pago de determinados impuestos y la aplicación de una legislación civil especial. Además se exigió al monarca castellano jurar ante las estas estas Juntas para que lo reconocieran como rey; acto que si bien suponía cierta autonomía nominal no significaba, como muchos quieren afirmar, que esas Juntas vascas aceptaran al monarca castellano "libremente", pues la opción de no hacerlo o de pedir la reintegración de sus territorios en el Reino de Navarra, no se contemplaba, si bien tampoco queremos negar que estas Juntas vascongadas se sintieron durante muchas etapas cómodas dentro de la Corona castellana.


La conquista castellana del Reino de Navarra

La historiografía españolista nos habla de la incorporación de Navarra a la Corona de Castilla en 1512, de una forma más o menos "voluntaria", incorporación que supondría el cierre del proceso de "unidad peninsular" a priorismo que parece ser el leitmotive del acontecer histórico de todos los estados peninsulares hasta 1492-1512.

Nada más lejos de la realidad. En propiedad se ha de hablar de conquista bélica y violenta de Navarra por parte de Castilla y de su posterior anexión unida a un proceso de desactivación nacional vascona.

El proceso de conquista castellana se inicia mucho antes de esa fecha, y tenemos que afirmar que también continúa después de esa fecha, cuando Navarra ya es parte de la Corona castellana. Podemos situar el comienzo de este proceso en la batalla de Altapuerca en 1054, en la que Navarra pierde la cabecera del Ebro, y continúa con diversas pérdidas territoriales hasta las conquistas de Bizkaia, Araba y Gipuzkoa en 1176-1200, terminando con la conquista en 1463 de San Vicente de la Sonsierra (hoy La Rioja).

Navarra ve en estos cambios territoriales una usurpación mientras que para Castilla se trata de una anexión. Así nos dice Lacarra: "la amputación de Álava y Guipúzcoa era la medida más grave tomada contra el Reino de Navarra desde su restauración en 1134. Durante varias generaciones, siguieron los navarros mirando a esos países como tierras irredentas". Prueba de este carácter "navarro" de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa es que en el testamento del monarca castellano, en 1204, se prometiera restituirlos a Navarra. En 1256 se volvió a plantear esta restitución entre Alfonso X el Sabio y Teobaldo II de Navarra, quien pedía la restitución de "todas las tierras desde Altapuerca, Bureba, Rioja, Álava y aún Guipúzcoa y Vizcaya". En 1331 el pretendiente a la corona castellana, Alfonso reconocía ante la reina navarra Juana II "queriendo destacar las conciencias de nuestro Predecesores et nuestra, conocemos, et decimos de verdat, que el derecho de haver, et heredar la propiedad de las Tierras de Ipuscoa, et de Álava, et de Rioja, et de toda la Tierra que se ha seydo, et es del Reino de Navarra...et cuanto tiempo las ha hombre tenidas embargadas, son tenidas contra Dios et razón, usurpándoles". Aún así no se produjo la devolución territorial, ni tampoco la hubo en un posterior intento en 1368 bajo el reinado de Carlos II de Navarra.

La conquista del Reino de Navarra propiamente dicha empieza en 1512 con la conquista de la Alta Navarra actual y termina en 1524 con la caída de Hondarribia (Fuenterrabía en castellano); a partir de ese momento hay dos Reinos de Navarra: uno con capital en Pamplona (Iruña) y otro con capital en San Juan Pie de Puerto (Donibare Garazi), asociado a la zona vasca nordpirenacica, que es donde residirán los reyes navarros. En 1620 esta Baja Navarra (Iparralde o País Vasco "francés") es incorporada por Luis XIII de Francia.

Las instituciones navarras se mantuvieron vigentes en Iparralde hasta la Revolución Francesa, en la Navarra de Hegoalde hasta 1841.

Iparralde significa en Euskera "el lado o la zona norte", equivale al País Vasco francés. Incluye los territorios de Baja Navarra, Laburdi y Zuberoa. Hegoalde es "el lado o la zona sur", y comprende a las tres provincias vascas más Navarra.

Navarra en la Edad moderna y contemporánea: Fueros y resistencia

Como hemos señalado más arriba, los navarros se vieron forzados a aceptar la soberanía castellana tras la conquista territorial, bajo el compromiso por parte del soberano castellano de respetar la entidad del Reino en todos sus aspectos, y especialmente en el referido a los Fueros. El "pacto" se formalizó en 1513 mediante el juramento del primer virrey castellano. El pueblo navarro nunca aceptó esta situación como definitiva, y resistió cualquier tipo de asimilación por parte primero de Castilla y después del Estado español, usando los resortes políticos del sistema institucional que, al menos teóricamente, quedó íntegro.

Hubo en los primeros momentos episodios de resistencia armada como fueron las insurrecciones de 1516 y 1521. Fue el 30 de junio de 1521 cuando Navarra perdió de nuevo su libertad en el campo de batalla. Pero la resistencia tardaría en apagarse, como lo demuestra que un año después 200 navarros defendieron en castillo de Amaiur de las tropas castellanas del conde de Miranda. Su resistencia se ha convertido en un símbolo de las ansias de libertad de la nación vasca.

La resistencia se manifestó también en un permanente rechazo social, conspiraciones y negativas a colaborar con los funcionarios españoles. La desconfianza fue mutua, hay que señalar el significativo hecho de que los navarros tenían prohibido servir en la artillería cuando se alistaban en el ejército de la Monarquía Hispánica. La desobediencia a las levas era algo generalizado, tanto bajo los Austrias como bajo los Borbones, quienes, por razones dinásticas, eran herederos y portadores del antiguo título de Reyes de Navarra.

A raíz de la conquista quedó estipulado que Navarra se incorporaría a la Monarquía Hispánica pero como reino independiente y no como territorio integrado en la Corona Castellana. Y esta fue siempre la pretensión de Navarra, casi nunca respetada por la Monarquía española, que procedió a un continuo recorte de competencias y vaciamiento de las instituciones navarras.

Sin embargo, incluso en este contexto desfavorable, el sistema foral no terminó de desaparecer gracias al permanente sentimiento de los navarros de ser diferentes de Castilla. Esos fueros siguieron vigentes después de la llegada de los Borbones, al contrario de lo que ocurrió con los territorios de la Corona de Aragón, que, debido a su apoyo a la casa Austria en la guerra de Sucesión, vieron liquidada su tradicional especificidad legislativa. Especificidad foral que desaparecerá cuando España se constituye en un Estado liberal, proceso que comienza con la nefasta Constitución de Cádiz en 1812 y termina en 1836. Es en ese momento cuando son suprimidos todos los fueros, tanto en Navarra como en el resto de territorios vascos.

En 1841 Navarra deja de ser "reino" para convertirse en una provincia española más. En las tres provincias vascongadas los fueros son suprimidos tras la última guerra carlista en 1876. El Carlismo, de fuerte impronta popular en toda Euskal Herria, fue la última resistencia a este proceso centralista-liberal y homogeneizador.

Sólo pequeños restos forales lograron sobrevivir, restos que en el caso de Vizcaya y Guipúzcoa fueron borrados por el bando vencedor de la Guerra Civil al condenarlas como "provincias traidoras" y que, por el contrario, fueron mantenidos en Navarra y Álava.

Navarra: de la transición a nuestros días

Estas tres tandas de declaraciones contradictorias son un reflejo de la realidad de Navarra desde 1978.

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"Navarra debe formar parte con sus hermanos en un Estatuto vasco común" Rafael Aizpún (1932)

"Navarra no tiene nada en común con los vascos. Ni histórica ni lingüísticamente" Jesus Aizpún UPN (1976)

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"La comunidad étnica vasca (pueblo vasco o Euskalherria) tiene su origen histórico en Navarra", PSN-PSOE Congreso regional 1981

"Euskalherria no existe", Carlos Chivite, secretario general del PSN-PSOE 2004

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"Rodríguez Zapatero da un plazo de dos meses para retirar el término Euskal Herria del currículum escolar vasco", El correo 26-IV-2006

"Aceptamos que existe una realidad conformada por vínculos sociales, lingüísticos, históricos, económicos y culturales llamada Euskal Herria que se constata en los territorios de Araba, Nafarroa, Bizkaia y Gipuzkoa en el Estado español y Lapurdi y, Zuberoa, y Baxe Navarra en el Estado francês" Acuerdo de Loyola 31-X-2006 Firmado por PVN, Batasuna y el representante del gobierno español, Rodríguez Zapatero

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Es cierto que la Constitución de 1978 retrotrajo la situación legislativa hasta 1841 aplicando los derechos forales existentes entonces, motivo por el que la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra conservan su independencia fiscal, tributaria o civil. Sin embargo Navarra, por las circunstancias políticas que todos conocemos, ha sido moneda de cambio y zona especialmente delicada en el ordenamiento territorial del Estado español. En un primer momento el Partido Socialista Navarro, que estaba integrado en el Partido Socialista Vasco, apoyó la idea de incluir a Navarra en Euskadi como una cuarta provincia, pero fue el cambio de posición de la formación socialista la que impidió que este hecho se consumara.

Lo cierto es que una amplia parte de la población de Navarra no vería con buenos ojos esta unión. Esta circunstancia, que hemos de definir como anomalía histórico-política, se explica por el nacimiento de una ideología de la negación y la derrota: el navarrismo.

El navarrismo es la defensa de la comunidad de Navarra como un proyecto diferenciado del conjunto vasco. Una ideología nacida a finales del siglo XIX y que hoy tiene su concreción política en Unidad del Pueblo Navarro (UPN), sus principales argumentos son, además de esta oposición a la unión vascona, el énfasis en la "pluralidad" socio-cultural navarra y su raigambre derechista. Según el que fuera uno de los presidentes de UPN y ex presidente de Navarra, Juan Cruz Alli, quien luego abandona la formación "el navarrismo se fundamenta en un concepto de la identidad asentada en un retórica victimista, que si antes estuvo referida a los ataques matritenses, ahora se apoya en el miedo a lo vasco, que llega a negarlo, como parte de la identidad navarra (...) El navarrismo foral católico es la versión local del nacionalcatolicismo español".

El navarrismo no siempre fue así. Hubo un navarrismo liberal y también hubo un navarrismo o napartarrismo cercano al nacionalismo vasco. E incluso el primer navarrismo no negaba la pertenencia de Navarra a la nación vascona o Euskalherria. El navarrismo actual anti-vasco tiene sus orígenes en el franquismo navarro, con los nuevos perfiles adquiridos en la Transición y en la etapa constitucional. Es muy curioso señalar que amplios sectores derechistas navarros, cuyos abuelos y bisabuelos apelaron a la unidad vasca frente a Madrid para frenar la introducción de ideas "progresistas" en Navarra, se unan ahora para apoyar a Madrid frente a la unidad vasca".

Como señalábamos más arriba el primer navarrismo fue profundamente regionalista y fuerista, y tuvo como instrumento político la llamada Asociación Euskara de Navarra. Surgió al final de la última guerra carlista, y se articuló entorno a una seria de navarros que venía que la identidad de Navarra agonizaba por el liberalismo centralista. Para ellos había que dejar de pensar en Castilla y en sus "ideas siempre funestas para Vasconia" (término en el que incluía obviamente a Navarra). Esta Asociación Euskara de Navarra se quejaba de la asimilación castellano-aragonesa de la Ribera navarra, de la pérdida de la lengua vasca, del olvido de los propios fueros y legislaciones, la ruina de los monumentos históricos, y la dejadez de los navarros respecto a su historia, su personalidad y su identidad.

Navarra se encuentra hoy en esta encrucifjada. Con una fuerza política dominante (UPN) negadora de su propia identidad y sumisa a los intereses del Gobierno central. Por otro lado la reivindicación de la "vasquidad" en Navarra siempre ha estado protagonizada por la llamada izquierda abertzale, siendo mayoritaria en algunas zonas del norte y centro navarro y articulando en su entorno un gran entramado social; por el contrario el PNV nunca ha tenido fuera ni implantación en tierras navarras. Esto ha hecho que el vasquismo navarro haya estado mezclado y contaminado con posiciones marxistas y, por lo tanto, universalistas, que entran en contradicción permanente al intentar elaborar un discurso realmente identitario y diferencialista.

Es necesario añadir una realidad que se puede leer incluso en libros editados por el mundo de la izquierda abertzale. Durante el franquismo, no sólo los ambientes vinculados al carlismo sino la totalidad de la intelectualidad navarra afecta al régimen siguió entendiendo Navarra de la misma forma que en el siglo XIX, es decir, como la cuna de los vascos. Las llamadas en aquel entonces "Provincias Vascongadas" se consideraban "hermanas" y la antigua Vasconia era la actual Euskal Herria, de la que Navarra era la parte principal. Intelectuales navarros de época franquista se expresaron en este sentido y se podría citar entre otros a: Julio Gúrpide, Eladio Espaza, José Joaquín Montoro, Federico García Azcona, J.María Lacarra, Baldomero Barón, Manuel Turrillas, Fermín García Ezpeleta, Luis del Campo, Manuel Iribarren Paternain, José María Iribarren, Francisco López Sanz, José Javier Uranga Satesteban, etc. Incluso un personaje como Jaime Ignacio del Burgo ha sostenido la importancia de lo vasco como "consustancial a lo navarro" y en 1977 en su libro Navarra es Navarra, escribía "para un navarro la negación de lo vasco supone ignorar nuestras raíces más profundas"

Nunca durante el franquismo se defendieron ideas como la de que "Navarra no forma parte del Pueblo Vasco" o "Navarra no es Euskal Herria" como hacen hoy PP, PSN, UPN o la impresentable UPyD.

Hay que señalar también cierta torpeza del "nacionalismo vasco" al no tratar con el respeto y especificidad que merecen las características propias de Navarra en el conjunto de Euskal Herria. Sólo desde hace una década se ven en las manifestaciones del nacionalismo vasco banderas navarras junto a ikurriñas o se empiezan a oir nombres como Euskal Nafarroa. En este sentido señalamos que la hoy ilegalizada Alianza Nacionalista Vasca (ANV) propuso como nombre a una hipotética Euskadi independiente, de la República de Navarra.

La Ribera: la vasquidad del sur navarro, Tafalla y Tudela

Una de las ideas en las que se basa ese navarrismo anti vasco, es precisamente la naturaleza dual de Navarra y la existencia de una zona centro-sur que nada tiene en común con la identidad y cultura vasca. Ideas que, como veremos a continuación, es una fabricación mental opuesta a la realidad.

Las zonas de la Ribera navarra y un arco mucho mayor que incluía la Rioja y una amplia franja del Pirineo aragonés habían sido zonas de habla vasca desde la Antigüedad. La ruptura se produce con la invasión musulmana, y aquí, como en otras latitudes pensinulares, hay que tener presente el fenómero de reconquista y repoblación y determinar las características etno-culturales de las personas que se instalan en el territorio conquistado al Islam.

Posteriormente esta zona de la Navarra central y meridional fue "castellanizada" lingüísticamente por motivo de las relaciones con sus vecinos, proceso al que no fue ajena la iglesia, que solía asimilar el euskera al paganismo vasco, que, recordemos, fue la religiosidad imperante en la zona hasta épocas muy cercanas a nosotros. Remarquemos que fue una castellanización lingüística pero que no supuso ninguna variación en la composición antropológica de la población de la zona, que continuó siendo tan vascona como antes.


En este sentido reproducimos una cita de un autor de tanto prestigio como Caro Baroja, "En las zonas industriales y fronterizas del País Vasco es evidente que la progresión del castellano está relacionada con la entrada en ellas de muchos elementos alienígenas. Pero en las partes agrícolas de la Navarra Media son los naturales los que pierden la lengua, por contacto con los de los pueblos limítrofes que la abandonaron antes. Es decir, que el que estudie la Antropología física de los vascos, o de los españoles en general, debe considerar este hecho para no caer en errores de apreciación sobre la extensión y caracteres de la variedad humana que puede llamarse vasca, pues el navarro de la zona media ha perdido la lengua aun no hace mucho, sigue siendo físicamente del mismo tipo cuando no hablaba sino vasco" (Caro Baroja, 1981).

Tudela, capital de la Ribera navarra, fue liberada del islam en 1116 por el rey Alfonso el Batallador de Aragón, pero fue repoblada por gentes venidas del Pirineo navarro-aragonés, algunos de ellos ya "aragonesizados" lingüísticamente pero pertenecientes mayoritariamente al sustrato étnico vasco (como queda demostrado también e los artículos de antropología vasca de nuestra revista). En 1828 Tudela recibió a Fernando VII con alegorías como éstas:

Las penas huyeron
Del Pueblo Vascón
La risa y el gozo
Allá las hundieron
Do nunca brillara
Hispano campeón

En 1894 la prensa de Tudela (Tutera en euskara) habla continuamente de la unidad del euskara y del acercamiento a las "tres provincias hermanas", celebrándose aquel año una gran manifestación a favor de los fueros bajo el grito de "Viva el Santo Árbol de Guernica". Y no queremos dejar de señalar los apellidos de las principales familias de Tudela: Araiz, Iribarren, Lizaso, Gendulain, Egüés, Ezkerra, Murgutio, Garai, Maizterrena, Lóde Goikoetxea, Huarte y Gaztelu. La prensa derechista tudelana fue favorable al Estatuto vasco aprobado en la república, y su órgano de prensa El Ribereño Navarro reprodujo el 26.VI.1931 un capítulo de la Cartilla Foral de Olóriz, en el que se afirmaba que el vascuence "era la lengua propia que se hablaba, sin excepción, tanto en la Montaña alta como en la Ribera de Navarra"

En las fuentes históricas también constatamos el carácter vascófono de la zona Media de Navarra, tomando citas referentes a la ciudad más importante de esa zona, Tafalla.

1605 "Joanes de Narbart çapatero bezino de la dicha villa fue interrogado en presencia de Joanes de Jaureguiçar, su compañero, quien sirvió de intérprete para declarar lo de basquence en romance".

1627 "la mitad de la parroquia de San Pedro de la villa de Tafalla, y más, es de vascongados" Un Franciscano afirmaba "en Tafalla no entiende el romance".

1645 Miguel de Iturbide, baztanés, vecino de Pamplona y Caballero de Santiago afirma "la lengua matriz de este Reyno (...) desde la ciudad de Tafalla hasta los Pirineros (...) es la bascónica o vascongadas".

1760 El viajero italiano Giuseppe Marconatonio de Baretti escribía que dentro del triángulo que forman Irún, Tafalla y Santander, "no se habla ningún dialecto de la lengua española, sino la lengua llamada vascuence".

1828 El 21 de mayo llega a la ciudad el rey Fernando VII y su esposa. A la entrada del pueblo, en un arco triunfal, le dan la bienvenida con una frase en latín "Forastero, peregrino y prudente, no pases de largo a través de esta tierra vasca".

1877 La intelectualidad tafallesa se integra y colabora con la Asociación Euskara.

1931 el diputado foral y concejal republicano tafallés David Jaime propone en la Diputación la cooficialidad del vascuence.

1932 El concejal y líder derechista Arturo Monzón, presente una moción en el Ayuntamiento para que la futura Universidad vasca se ubique en Pamplona por ser "el centro del País".

Una prueba inequívoca de la vasquidad de Navarra, incluida la Ribera, es el estudio de los apellidos, estudio que nos muestra claramente el predominio de apellidos vascongados en todo el territorio navarro, situación que sólo se ha visto matizada por la inmigración llegada desde zonas castellano-parlantes a mediados del siglo XX. Como señala el libro de José María Lacarra, Libro Rubro, en el siglo XIII la mayoría de los apellidos de Navarra eran vascos, siendo Goñi el más extendido en aquella época. Fue tras el Concilio de Trento cuando en Navarra los apellidos comenzaron a transmitirse de padres a hijos, por eso en comarcas medianamente castellanizadas en lo lingüístico, gente de etnia vasca aparecían con adjetivos castellanos, generalmente adjetivos como Blanco, Rubio, Cortés, Izquierdo o Bueno. En 1884, Arturo Campión estudió los apellidos del sur de Navarra, escribiendo lo siguiente: "Los apellidos de la Ribera de Nabarra, estudiados en el último padrón electoral, me han suministrado los siguientes datos: el setenta por ciento del éuskaro, el diecisiete Provenza, el diez castellano y tres de diversa composición. Esto demuestra que la masa de población riberana no ha sufrido alteración desde los tiempos primitivos". En Tafalla, un estudio entre 1639 y 1684 muestra aproximadamente un 70% de apellidos claramente vascos. En la década de 1950-60 el porcentaje rondaba el 63% para reducirse al 55% dos décadas más tarde, por efectos de la inmigración castellana.

En el conjunto de Navarra, el porcentaje de apellidos vascos es abrumador. En el año 2006, el Gobierno de Navarra editó el libro de Augusto Otondo, Apellidos de Navarra y sus blasones familiares, prologado por el entonces presidente navarro, Miguel Sanz de la "navarrista" UPN, decía éste: "Hoy en día la genealogía sirve para descubrir las características y las procedencias de cada una de nuestras familias, como un elemento enriquecedor que nos enseña que la multiplicidad de orígenes interrelaciones a las personas y los pueblos", como siempre la aberrante apuesta de la derecha españolista por la supuesta "multiplicidad de orígenes" que tanto parangonan; la conclusión que se saca es que Miguel Sanz ni se leyó el libro que prologaba pues en el mismo se demuestra que cerca del ¡90% de los 2.000 apellidos recogidos en Navarra eran euskéricos! La estupidez centralista no tiene límites.

Navarra y los judíos

No queremos cerrar este artículo sin hacer mención a esta importante cuestión. Como parte de la bibliografía usada para el presente texto, tenemos que citar la obra de José Mari Esparza Zabalegi, Vasconavarros. Guía de su identidad, lengua y territorialidad, que recomendamos a todos los interesados en este tema. La obra, a modo de enciclopedia de la identidad vasconavarra, está editada por ediciones Txalaparta, vinculadas al mundo de la izquierda abertzale.

El libro, según declara el propio autor, está enfocado a destruir todos los falsos mitemas del navarrismo antivasco. Como hemos señalado uno de esos mitemas es el de la "diversidad" etnocultural de Navarra, por lo que los navarristas, en el intento de "rebajar" la naturaleza vasca de Navarra, han querido poner en relieve la presencia de "otros grupos étnicos" en la zona desde la Edad Antigua y Medieval. Es en este sentido que el navarrismo antivasco siempre ha intentado manipular los datos objetivos para resaltar la presencia hebrea en Navarra. Al respecto en la voz Judíos del libro citado podemos leer: "Mientras el Reino de Navarra fue independiente gozaron de mayor libertad que los vecinos (...) eso no obvia el continuo hostigamiento que sufrieron por parte del pueblo llano, ora por prejuicios religiosos, ora por su papel de usureros, prestamistas (...) En la actualidad no hay rastro judío en Navarra, pero las instituciones resaltan su presencia histórica para sostener la "pluralidad" étnica y cultural de Navarra, frente al sustrato vasco mayoritario".

Más reveladora si cabe es la entrada que el mismo libro dedica a Yehudá Ha-Levi: "Tudela 1092. Vivió en Córdoba, en Castilla y en Jerusalén, donde dicen que murió en 1161. Lo llaman "el principe de los poetas hebraicos". Su libro Kuzary, escrito en árabe, es un apología del judaismo ortodoxo, (...) No fue traducido al castellano hasta 1979, porque no se le consideraba navarro, ni nunca vivió en Navarra, ni nunca se estimó oficialmente su cultura árabe y hebraica. Hoy en día sin embargo, está muy reconocido, entre otras razones porque a algunos les interesa como ejemplo de la "multiculturalidad" histórica de Navarra".

En la voz Tudela el autor del libro se queja de que "(en Tudela) se dan más facilidades para investigar a las antiguas comunidades judaicas o musulmanas que para estudiar euskara".

Nafarroa Euskal Herria da

"Nafarroa es Euskal Herria", es el título del artículo y la conclusión que necesariamente se concluye después de su lectura.

Navarra es vasca desde todos los puntos de vista, pero muy clara y especialmente desde el punto de vista antropológico, el criterio principal por el que se define una identidad.

Navarra debería comenzar a construir instituciones vascas comunes con Álava, Vizcaya, Guipúzcoa e Iparralde, con el objetivo de crear una realidad política vasca capaz de preservar esta identidad milenaria frente a los intentos uniformizadores y liquidacionistas de los estados español y francés; siempre siendo conscientes de que el enemigo real y último es el capitalismo internacional y el cosmopolitismo. Pero ante todo los navarros deben recuperar la conciencia de lo que son, y hacer todo el esfuerzo necesario para que su lengua, el euskara, vuelva a estar presente en los territorios de la que fue marginada por circuntancias que nunca son más importantes que la defensa de la propia identidad. Recuperamos dos citas históricas que expresan la necesidad de lo que decimos. La primera apareció en El Pensamiento Navarro el 13.XI.1897: "Votamos porque es una u otra forma, se provea la cátedra de vascuence en Navarra. Siquiera para que no sospechen en Madrid del patriotismo navarro al contemplar que sus hijos no quieren cultivar la hermosa lengua de la raza"; la segunda apareció en el mismo diario el 4-XI-1901: "La mejor manera de que los ciudadanos conserven gran amor a su patria, es conservando la lengua de su raza".

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