El ex socialdemócrata Otto Johann Maximilian Strasser era el hermano más pequeño de Gregor. Su comportamiento político fue errático. Había estado afiliado al SPD (Socialdemocracia alemana). Se opuso a las maniobras de la derecha en la primera mitad de los años 20 y solamente empezó a colaborar con el NSDAP a partir de la refundación del partido en 1925. Se integró en la coalición llamada "Strasserista" junto a su hermano y Joseph Goebbels.
La fracción mantuvo la iniciativa de reforma de los 25 puntos del NSDAP hasta la Conferencia de Bamberg en la que Goebbels se alineó definitivamente com Hitler y G. Strasser renunció a sus propuestas. Solamente O. Strasser siguió sosteniendo posturas filo liberal-marxistas utilizando la editorial berlinesa que controlaba, la Kampfverlag, a partir de la cual interpretó el nacionalsocialismo a su manera.
La empresa había sido constituida en 1926 por los hermanos Strasser en el momento en el que Gregor decidió abandonar su trabajo profesional como farmacéutico para dedicarse por entero a la política. Además de su hermano Otto, le secundó el que en aquel momento era gauleiter de Pomerania Theodor Vahlen que había ingresado en el partido el año anterior. El constraste con las ideas de la central de Baviera, la nueva editorial desde el principio destiló una versión adulterada del NS filo-marxista que pudiera ser agradable y asumible por los sectores del proletariado urbanita. En poco tiempo, esta publicación fue el germen de una serie de revistas que empezaron a difundir las ideas de la "línea strasserista". Los costes de creación de la editorial ascendieron a 4.000 marcos contra la hipoteca sobre los beneficios generados por la farmacia de G. Strasser.
Sin embargo, a lo largo de sus actividad, distintos procesos penales incoados contra los distintos medios que administraban los hermanos, lastraron a la empresa con abundantes multas y penas de prisión de las que Gregor pudo escapar debido a su condición de parlamentario. Mucho peor fue la ruptura con Goebbels en 1926 que se convirtió con su diario Der Angriff en una verdadera pugna por el control del Gau de Berlín y como diarios del partido. En 1928, G. Strasser se plegó a las exigencias de Hitler a la vista de que su línea no había conseguido éxitos notables. Sin embargo, su hermano Otto persistió en las mismas posiciones.
En 1930, el grupo strasserista que rodeaban a Otto permanecía escéptico ante la línea que había impuesto Hitler. Según Joachim Fest optaron por un "antioccidentalismo recalcitrante, abogaron por amplias nacionalizaciones, exigieron una alianza con la Rusia soviética o, apartándose de la linea trazada por el Partido, apoyaron movimientos huelguísticos locales". La polémica llegó a su punto álgido cuando Hitler formalizó el pacto con el DNVP para la campaña contra el Plan Young. Plan que al igual que el Dawes suponían el pago de las indemnizaciones de guerra que imponían el Tratado de Versalles, y que la linea general del NSDAP no estaba dispuesta a asumir; solo los comunistas y strasseristas aceptaban la responsabilidad alemana en el desencadenamiento de la IGM.
En enero de 1930, la polémica entre las dos fracciones continuaba in crescendo. Hitler, entonces, convocó una reunión para el 21 y 22 de mayo del mismo año. Estuvieron presentes Max Amann, Rudolf Hess, Gregor Strasser y su hermano y el propio Hitler. La reunión se prolongó durante 7 horas; tras unos primeros intercambios de conceptos sobre el arte y las ideas revolucionarias. Luego la conversación se encaminó sobre la economía, la personalidad y los problemas de la raza. Era evidente que Hitler estaba examinando a Otto Strasser, evaluando los puntos en los que podían existir desacuerdos. En último lugar tocó el tema del socialismo. Strasser dió su opinión. Era la trampa. Acto seguido, Hitler le acusó de sobrevalorar más la idea que él se forjaba del "socialismo" y situarlo por delante del principio del mando, Führerprinzip: "pretendía otorgar a todo partidario el derecho de decidir sobre la idea, incluso decidir si el Führer seguía o no siendo fiel a la misma". Hitler definió esta concepción como "democracia de la peor especie y para la que, entre nosotros, no hay lugar reservado [...] Entre nosotros, Führer e idea forman una unidad indivisible y todo partidario ha de hacer lo que el Führer ordene, por cuando él encarna la idea y sólo él conoce la última meta". Finalmente fue todavía más claro, si ello era posible: no estaba dispuesto a que nadie, y menos un grupo de "literatos megalómanos" destrozara la disciplina de los miembros del partido.
El fondo de la cuestión no era lo que cada parte entendía por "socialismo", sino un problema de mucho mayor calado. Otto Strasser pretendía introducir el principio democrático en el interior del partido. Hitler no estaba dispuesto a asumir un concepto ya otorgado por la mayoría de la militancia. Lo explica en el curso de la reunión: "Yo soy socialista, muy diferente, por ejemplo, del riquísimo señor Graf von Reventlow. He empezado como simple obrero. No puedo, todavía hoy, ver que mi chófer tenga una comida distinta a la mía. Pero lo que usted entiende bajo la palabra socialismo es únicamente marxismo recalcitrante". Marxismo por un lado y democratismo por otro, tales eran los dos ejes del ataque de Hitler a las posiciones de Otro Strasser. Éste se vio acorralado. Ni siquiera su hermano rompería una lanza por él en caso de negar autoridad del Führer en los términos definidos por Hitler.
Así que optó por pasar al ataque, Otto Strasser preguntó a Hitler si en caso de llegar al poder modificaría la situación de la producción; pues que para él socialismo era precisamente eso: reparto de beneficios, participación de los obreros en las decisiones de la empresa, autogestión y/o cogestión, titularidad de los medios de producción, etc. Hitler tenía la versión del socialismo: "¿Cree usted que estoy tan loco como para destrozar la economía? Sólo si tales personas [capitalistas y patrones de empresas] no actúan según los intereses de la nación, sólo entonces intervendrá el Estado. Pero no es necesario recurrir, para ellos, a las expropiaciones". Siete años después, Hitler, al decir del economista neoliberal Friedrich von Misses, había generado la forma más eficiente de socialismo: el Estado decidía lo que se producía, cuáles debían ser los márgenes de beneficio de los empresarios, los salarios de los obreros y los repartos de beneficios. No hizo falta realizar muchas más modificaciones para mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora. La economía nacionalsocialista era una economía planificada en la que los distintos agentes estaban obligados a seguir las pautas trazadas por el Estado en tanto que éste tenía como misión velar por los intereses de todos los grupos sociales que componían la nación.
Hitler terminó resumiendo sus ideas: "siempre ha existido un solo sistema: responsabilidad hacia arriba, autoridad hacia abajo; así había sido durante siglos y no puede ser de otra manera". Otto le preguntó por "la revolución", a lo que Hitler respondió, "Solamente hay una clase posible de revolución, y no es económica ni política ni social, sino racial". Lo prioritatio era, pues, un Estado fuerte que fuera capaz de garantizar la producción en beneficio de los intereses del Reich, lo que incluía, de todos y cada uno de los habitantes del Reich.
Hitler, aspiraba como el nacionalsocialismo a unificar los elementos opuestos: el socialismo era, para él la posibilidad de que el Estado velara por el individuo, mientras que el nacionalismo era el individuo el que debía contribuir a la grandeza de la nación. Es evidente que se trata de una concepción coherente, ante la cual, Otto Strasser no podía oponer gran cosa. Hitler y el Nacionalsocialismo partían de la integración de los dos conceptos "nacionalismo" y "socialismo", mientras que para Strasser se trataba de dos concepciones distintas y que no se había planteado integrar en una síntesis. La reunión fue lo más parecidoa un diálogo de sordos. Hitler refutó las posiciones de Strasser, y recibió de éste indiferencia ante sus argumentos.
Era evidente que estabamos entrando en la última fase del conflicto. Parece increible que Otto Strasser se atreviera incluso a publicar folletos que implicaba un enfrentamiento público con Hitler. Seguramente estaba demasiado confiado en que buena parte del NSDAP le apoyaría. Sin embargo, Hitler que, hasta ese momento, había optado por la prudencia, la negociación y el ofrecimiento de cargos a cambio de acatamiento a su autoridad, a partir de entonces se decidió por el enfrentamiento con todas las consecuencias. Estatutariamente ordenó a Joseph Goebbels, la expulsión inmediata de Strasser y de sus seguidores. Le escribió transmitiéndole estas órdenes y añadiendo:
"Ocultos tras la máscara de pretender luchar por el socialismo, se lleva a cabo una política que de acuerdo, casi exactamente, con la de nuestros enemigos de tipo judeo-liberal-marxista. Lo que estos círculos solicitan corresponde al deseo de nuestros enemigos [...] por tanto es imprescindible expulsar sin contemplaciones y sin excepciones a estos elementos destructivos del Partido".
"Mientras yo lo dirija, el Partido nacionalsocialista no se convertirá en un club de debates literarios, desarraigados o de bolcheviques caóticos de salón, sino que seguirá siendo lo que es hoy es: una organización de la disciplina que no fue creada para locuras doctrinarias de pájaros migratorios políticos, sino para la lucha por el futuro de Alemania en la que se habrán destruido los conceptos de clase"
Goebbels, que había esperado durante largo tiempo esta decisión, pues estuvo a punto de dimitir ante el retraso de la solución definitiva, recogió la acusación y la reprodujo por todos los medios a su alcance. Hitler, al menos en dos ocasiones, abandonó su tarea de agitación y propaganda cotidiana, para reunirse con Otto Strasser. Le ofreció dinero para compensar las pérdidas que había empezado a tener la editorial desde el momento en que se inició la recesión económica mundial; cargos desde los que pudiera mantener una posición personal digna ajena por completo al aroma de la derrota y el sometimiento. Pero no era indecisión la de resolver el problema, era simple sentido táctico. Se trata primero de buscar fórmulas amigables. Y si la ruptura se veía como inevitable, simplemente había que esperar el momento en el que se producirían menos daños. Hitler lo hizo: pocos días después de la expulsión, tal como se esperaba, el canciller Brüning declaró disuelto el Reichstag. El ruido de los escindidos quedaría acallado por la convocatoria de nuevas elecciones.
Goebbels convocó una reunión de los afiliados del Gau en el Berliner Hasenhaide. Allí fue claro: "El que no se someta será expulsado violentamente". Así lo hizo Strasser y un grupo de seguidores que habían acudido a la convocatoria dándose por enterados de su expulsión. Gregor Strasser dimitió inmediatamente como redactor de los diarios de la Kampfverlag y se distanció lo que pudo de su hermano. El conde Von Reventlow y la mayoría de quienes hasta ese momento se habían mantenido en el Strasserismo del partido, hicieron otro tanto. La mayoría lo hicieron, no por la perspectiva de prebendas y para obtener una posición económica segura, sino simplemente por un sentido de la lealtad personal hacía Hitler que había sabido perdonarles tantos actos de infidelidad. Muy pocos siguieron a Otto Strasser, aún asi formó el nuevo partido KRNS quedando oficialmente constituido en octubre de 1930, obteniendo simpatías por sectores nacionalrevolucionarios de la Revolución Conservadora, de los que, a fin de cuentas, formaban parte implícitamente. Se dotó de su órgano, Der National Sozialist Zeitung que apenas editaba unos pocos ejemplares y le era imposible rivalizar con Der Angriff. Las magras huestes de Otto Strasser se vieron reforzadas por unos cuantos disidentes de las SA que habían seguido a Walter Stennes, agrupándose ambos bajo el rótulo de Schwarze Front que no fue mucho más lejos.
Cuando se conocieron los resultados de las elecciones y se vió el impresionante triunfo obtenido por Hitler, era normal que cualquier disidencia que se hubiera producido antes dentro del NSDAP tendiera a extinguirse o quedarse reducida a la mínima expresión. La polémica en torno a las ideas de Otto Strasser cerró para siempre la discusión sobre lo que el nacionalsocialismo entendía exactamente como socialismo. Nunca más, ni siquiera durante la Revuelta de Stennes o la Noche de los Cuchillos largos volvió a repetirse la discusión en los mismos términos. El intento de una"segunda revolución" en la que, tras tomar el poder, se instauraría un peculiar régimen que estatizaría la propiedad privada de los medios de producción y repartiría las tierras de cultivo entre los campesinos, quedó esgrimido como una crónica de muerte anunciada.
Fuentes:
I. Kersahw, Hitler, pág 327, 328
Cf. J. Fest, pág 316, 317, 318, 319
Diario de Goebbels 25 Jul 1930, 28 Jul 1930
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