La idea de España en el Nacionalsocialismo
De entrada hay que dejar bien claro que somos "nacionalsocialistas" y no
"nacionalistas-sociales"; el Fascismo puede ser un
"nacionalismo-social"; el franquismo pudo ser un "nacionalismo-social";
la extrema derecha, desde Piñar a Ynestrillas, puede ser (y es) un
"nacionalismo-social". Pero nosotros no somos fascistas, ni franquistas,
ni ultraderechistas. Compartimos con ellos algunos valores esenciales,
no vamos a negarlo (como suelen hacer ellos cuando se refieren a
nosotros), pero nosotros no somos "nacionalistas-sociales" sino
"nacionalsocialistas" haciendo notar el matiz que nos diferencia en
nuestra definición, "nacional" es adjetivo y "socialista" es sustantivo.
Nuestro socialismo se caracteriza por tres cosas:
1) La preeminencia absoluta de los derechos e intereses de la comunidad,
sobre cualesquiera otros derechos o intereses individuales o de clase.
2) La liquidación de la usura, la explotación, la especulación y la servidumbre del interés del dinero.
3) La supresión de la sociedad de clases, basada en el poder adquisitivo
de los individuos y su sustitución por una sociedad de rangos, basada
en el valor del servicio y del trabajo.
Nuestro socialismo es por todo ello TOTALITARIO, LABORALISTA y JERÁRQUICO.
TOTALITARIO porque concibe todo dentro de la comunidad, nada fuera de la comunidad, nada contra la comunidad.
LABORALISTA porque su fundamento es el trabajo y su protagonista el trabajador y nunca el dinero, la cuna o el privilegio.
JERÁRQUICO porque no admite de ninguna manera la igualdad de los hombres
sino su escalonamiento en función de su voluntad de trabajo y de su
eficacia al servicio de la comunidad.
Nuestra adjetivación "nacional" se define también por tres cosas:
1) La conciencia racial, por la cual la raza es el fundamento de toda estructura política.
2) La identidad étnica, sobre la cual se construye la organización administrativa del estado
3) El patriotismo, por el cual se reconocen y se aman, como patrimonio
sagrado, los valores identitarios que caracterizan a un pueblo.
Nuestro concepto nacional es por lo tanto RACIALISTA, IDENTITARIO y PATRIÓTICO.
RACIALISTA porque reconoce y estima la existencia y diversidad de las
razas humanas, se declara con orgullo perteneciente a una raza
determinada y considera negativa la mezcla que conlleva su desaparición.
IDENTITARIO porque reconoce, respeta, estima y defiende la diversidad
étnica de los pueblos dentro de cada raza, con sus propias regiones de
arraigo, sus lenguas vernáculas, sus instituciones tradicionales y sus
banderas históricas.
PATRIÓTICO porque proclama corno valor espiritual la herencia cultural y
material que ha recibido de. sus ancestros y está dispuesto a morir y
matar para su protección, defensa y continuidad.
El concepto "nación" en el Nacionalsocialismo
Muchas personas, todavía hoy, tienen del sustantivo "nación" y del
adjetivo "nacional" un concepto absolutamente errático, tanto desde el
punto de vista etimológico como del semántico y aún del histórico.
Confunden en uno solo los términos conceptuales "nación" y "estado",
considerándolos como sinónimos, cuando esto no es así, pues corresponden
a contenidos y definiciones distintas.
Este error era prácticamente compartido por la casi totalidad de la
población europea de los años 30, incluido el ciudadano del Reich alemán
y continúa arraigado hoy entre el común de los mortales con el
consiguiente confusionismo ideológico que conduce muchas veces a
violentas polémicas ciudadanas, incluso entre los propios sedicentes
nacionalsocialistas, con descalificaciones y hasta acusaciones de
traición.
El error de identificar ambos conceptos, nación y estado, viene
arrastrándose desde la Revolución Francesa y allí tuvo su origen.
Como todo el mundo sabe, en los siglos previos a la Revolución, no se
hablaba nunca de la supuesta "nación francesa" (como tampoco de "nación
alemana" ni de "nación española"). Aquellos grandes estados se llamaron
en todo momento "monarquías" o "imperios" y antes de la formación de
estas entidades políticas, el territorio comprendido por ellas estaba
distribuido entre distintos pueblos que entonces se llamaban "naciones"
con toda naturalidad y sin mayores problemas. Cuando un monarca o un
caudillo sometían bajo su poder, voluntaria o forzosamente, a un
conjunto previo de naciones, o estas por sí mismas decidían unirse en
forma de república o federación, no surgía por ello una "nueva nación",
sino un "nuevo estado", puesto que ninguna de las naciones
constituyentes perdían nada de su sustancia étnica ni de su pasado
histórico y seguían siendo ellas mismas, aunque fuera otro el régimen
jurídico y político en el que se enmarcaban. Y así las naciones de la
antigua Galia se unieron políticamente o fueron obligadas a ello y
formaron lo que se llamó "Monarquía Francesa", por descender de los
reyes francos los monarcas unificadores.
Nación viene del sustantivo latino "natio-nationis" y este del verbo
"nascor, natas sum" que significa nacer, provenir, proceder de, salir,
surgir... cuya raíz está en la base de todas las palabras latinas que
indican un origen primordial, el manantial del que brota algo (la diosa
Nascio) y está en relación con la sangre, la herencia y la estirpe.
La palabra "nación" tiene, pues, un contenido biológico y no político,
un sentido natural y no artificial; por lo tanto una nación no es ni
puede confundirse nunca con un estado, aunque pueda tener una relación
causa-efecto con él. Pero la nación no es el estado y por lo tanto lo
"nacional" no debe referirse nunca a lo "político", sino a lo étnico. Lo
nacional es para nosotros, nacionalsocialistas, todo lo referente a lo
popular y comunitario, a lo de alguna manera consanguíneo, a la
fraternidad sentida entre gentes que hablan la misma lengua, viven sobre
una región o país claramente delimitado, proceden de un origen
histórico (y a veces también étnico) común y se ven representados por
unos determinados, indiscutidos y exclusivos símbolos. En resumen, una
nación puede existir sin estado propio, pero un estado no es
absolutamente nada si no representa a una o a varias naciones. La
nación, es pues, antes que el estado y todo estado debe su existencia y
su fin a la nación o naciones que abarca.
La comunidad popular "nace", es decir, que es por sí misma una nación, y
por lo tanto algo natural y ahistórico, aunque constituida como estado,
puede entrar en la historia. El estado "no nace, se hace", es por lo
tanto algo artificial e histórico.
Pues bien, con la Revolución Francesa, cuyo contenido doctrinal ya venía
gestándose por la Ilustración dieciochesca, ajena a todo lo que no
fueran estructuras de la "diosa Razón", la Monarquía francesa, por obra y
gracia del espíritu revolucionario, se transformó en la República
francesa y ésta, por arte de birlibirloque, en la "nación" francesa,
cosa absolutamente falsa, porque el hecho de cambiar el régimen o forma
de "estado", no implicaba ni podía implicar nunca, la desaparición por
decreto de las naciones que habían formado la extinta monarquía. Había,
sí, un nuevo "Estado Francés" en forma de república, pero dentro de
ésta, aunque para los intelectuales revolucionarios no fuera "de razón" y
se esforzaran en ignorarlo e incluso en destruirlo con matanzas,
seguían existiendo el conjunto de naciones que había formado la Francia
de los Capetos, algunas de ellas antiquísimas, como Bretaña o el
Languedoc.
Y esta idea de hacer tabla rasa de las realidades plurinacionales de las
distintas monarquías europeas, que tanto molestaban a las mentes
cartesianas de los ilustrados, porque no encajaban con sus
planteamientos materialistas y economistas, fue asimilada por todos o
casi todos los intelectuales de Occidente, creando el ente ficticio del
"estado-nación" que ha llegado hasta nuestros días, afectando incluso a
los movimientos fascistas (o una parte de ellos) e incluso, como ya
dijimos, a aquellos que dicen o creen ser nacionalsocialistas.
No otra cosa sucedió en España y citamos aquí un párrafo lleno de lucidez del Profesor Carlos Caballero Jurado:
«Una de las singularidades más chocantes de los que en España se han
considerado nacionalistas españoles (por ejemplo, los franquistas) es la
de considerar que, con los Austrias, España alcanzó su apogeo, para, a
continuación, ignorar el modelo político en que se basó ese apogeo. Así,
de manera insistente se hablaba en tiempos del franquismo de las
glorias de Carlos I de España (...) de Felipe II y aun de los restantes
Austrias, pero no se quiso entender que en esa época los monarcas
Habsburgos españoles respetaban escrupulosamente la existencia de
peculiaridades legales (y lingüísticas -la palabra y el subrayado es
nuestro-) que diferenciaban entre sí a sus reinos hispánicos. Esos
mismos nacionalistas españoles del modelo franquista, que presentaban a
los Borbones como a una dinastía extranjera que trajo la decadencia a
España, ignoran que fueron esos Borbones los que acabaron con esas
peculiaridades estatuarias de los reinos hispánicos (algo que heredó el
franquismo) y mientras se les llenaba la boca con el "España UNA"
ignoran que hasta las Cortes de Cádiz (...) ni un solo documento oficial
de la Corte de la Monarquía Católica habló jamás de España, sino que
siempre se empleó la fórmula de "Las Españas..."». (1)
El Nacionalsocialismo vino a romper estos erróneos conceptos políticos
y, como en tantos otros ámbitos, a poner las cosas en su sitio, Hablamos
aquí de la vanguardia del pensamiento nacionalsocialista representado
por el sector más joven y europeísta (progresista dirían los liberales)
de los ideólogos SS. Los nacionalsocialistas proponemos para España y
para toda Europa, «La Europa de las Etnias, la Europa "real" (la de las
comunidades históricas, populares y ancestrales, la Europa biológica y
en cierto sentido intemporal) cuya simiente pusieron europeos de cien
banderas y una sola enseña común en el Frente del Este, no es una
posibilidad política más; es LA SOLUCIÓN; es la alternativa -la única
alternativa- contra la desaparición física del solar de nuestra Raza».
(2)
Notas
(1) Carlos Caballero Jurado, "Pero ¿qué es el nacionalismo?". Hespérides, nº 14, 1997.
(2) Joaquín Bochaca, "La Europa de las Etnias". Cedade, 30 de Enero de 1980.
Puntos para el ordenamiento político-administrativo de la Europa de las etnias
1.-La base de la teoría y praxis del nacionalsocialismo es la
Naturaleza, por lo tanto será también la Naturaleza la base sobre la que
debe edificarse el ordenamiento político-administrativo del Estado.
2.-La Raza es el primer elemento natural constitutivo de la organización
política, por lo cual la Raza es lo único intangible; todo lo demás son
factores históricos modificables.
3.-La etnia es, después de la raza, el siguiente elemento natural
constitutivo del ordenamiento político, por lo tanto el estado está al
servicio y es la consecuencia de la etnia y nunca al revés.
4.-Europa es, antes que un hecho cultural, una realidad natural tanto
geográfica como racial, por lo cual su constitución biológica, orgánica y
natural son las etnias y no los estados.
5.-Los estados actuales de Europa, productos no de la Naturaleza sino de
avatares históricos de variada índole, ni son inmutables, ni son
sagrados, ni son indisolubles; cumplieron y cumplen una función al
servicio de los pueblos, pero no son fines en sí mismos, sino solamente
los medios necesarios (y ahora únicos) para construir desde ellos el
futuro Imperio Europeo.
6.-Nos oponemos por tanto al separatismo que tienda a disgregar esos
estados creando nuevas fronteras y soberanías que entorpecerían la labor
de unidad europea. Esto es inadmisible. Pero nos oponemos con idéntica
determinación al centralismo uniformista de esos estados.
7.-España es un estado compuesto por varias comunidades
étnico-históricas: Galicia, Asturias, León y Portugal; Navarra o
Vasconia; Cataluña, Valencia y Baleares; Castilla, Castilla la Nueva,
Murcia; Vandalusía (con Ceuta, Melilla y Gibraltar), Extremadura y
Cantabria. Unas más antiguas que otras y con mayor o menor conciencia
nacional; unas con lengua diferenciada y otras con lengua compartida o
simplemente bilingües, pero todas con innegable personalidad histórica. Y
de acuerdo con los anteriores puntos, nosotros, nacionalsocialistas,
nos opondremos tanto a un españolismo unitarista y nivelador, como a la
mutilación del territorio peninsular o isleño por un separatismo
insolidario.
8.-Dentro de algunas comunidades étnicas (que pueden llamarse naciones
sin ningún reparo) existen y se reconocen ciertas regiones con
personalidad más acusada por motivos geográficos, económicos o
históricos: en Castilla el Señorío de Molina, en Baleares las islas de
Ibiza y Formentera (Pitiusas) y en Cataluña, el principado de Andorra y
los condados del Rosellón y la Cerdaña. A su vez, algunas comunidades
étnicas, por su gran extensión territorial o por ciertas características
históricas o geográficas, pueden subdividirse también en regiones: así
Castilla la Nueva, en Toledo y la Mancha con Vandalusía en Bética y
Penibética; y Vasconia en Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Lapurdi y Zuberoa;
en Galecia el País Leonés, Asturies o Portucale (nortenhos).
9.-El concepto de "estado multiétnico" es igualmente aplicable a otros
estados europeos de mayor importancia político-económica o extensión
territorial, como son además de España: Gran Bretaña, Francia, Italia y
Rusia, que son todos ellos estados compuestos por varias comunidades
étnicas, mas o menos afines, pero no iguales.
10.-Consideramos necesario buscar y articular los mecanismos pertinentes
para consolidar la unidad de Europa de manera que los estados actuales
ajusten su ordenamiento político-administrativo sin perjudicar la
identidad de sus etnias o naciones constitutivas y potenciar éstas sin
perjudicar al mismo tiempo la estructura del estado.
Para ello sólo son necesarias tres cosas:
1º) Fomentar la conciencia en todos los europeos de pertenecer a una misma unidad racial y cultural, que es Europa.
2º) Renunciar a los estatismos insolidarios y a los nacionalismos excluyentes o separatistas.
3º) Acepar la preeminencia del interés de la unidad de Europa sobre
cualquier otro interés político, económico, religioso o de nostalgias
históricas.
NOTA
(1) El ordenamiento político administrativo de Las Españas se basa y
siempre deberá basarse en la indiscutible personalidad étnica e
histórica de sus naciones constitutivas. No obstante, las naciones o
pueblos ibéricos tendrán, en un futuro a medio o largo plazo, el
inalienable derecho, manifestado en plebiscito, de formar nuevas
entidades político administrativas dentro del Estado (así por ejemplo,
"Euskal Herría", unión de Vasconia y Navarra ó los Países del "Mare
Nostrum", federación de Cataluña, Valencia y Baleares). Pero en las
circunstancias actuales, los nacionalsocialistas nos oponemos a
cualquier intento de desmembración del Estado, en tanto no se logre la
constitución de una Europa unida, fuerte, libre y soberana. Sólo después
de esto podrá el actual Estado Español cambiar de forma o incluso
desaparecer, convirtiéndose sus comunidades en "provincias del imperio",
si así conviniera a la mayor grandeza de Europa y a la supervivencia y
supremacía de nuestra raza.
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